Por César H. Meléndez
(N22).- La escena musical mexicana de la década de los ochenta no puede entenderse sin hablar del llamado “movimiento rupestre”, del cual el compositor Armando Rosas formó parte importante, junto con su Camerata Rupestre.
A 30 años del lanzamiento de su primer disco, Armando Rosas celebra su trayectoria artística en el Teatro de la Ciudad, presentado su décimo material discográfico, titulado El Oficio Mío.
“En el caso de la Camerata Rupestre yo lo que hice, dado que era estudiante en ese tiempo de la Escuela Superior de Música, fue extender, ampliar, una de las características y cualidades del movimiento rupestre en la guitarra acústica a instrumentos acústicos como el cello, el violín, el clarinete”, comentó Rosas.
Armando Rosas, quien cursó la carrera de composición bajo la dirección de Arturo Márquez, salta de un género a otro sin el temor de pisar terrenos desconocidos, siempre con la canción como punto de partida. Su propuesta ecléctica es motivada, en cierta medida, por el “terror a repetirse”.
“Cuando concluí mi carrera dije: ‘se acabó el rock and roll, se acabaron las rolas. Ahora me voy a dedicar a hacer solo música de concierto’. Pero la verdad es que el origen te llama. Y encontré una forma de conciliar tanto la música popular como la música de concierto, porque para mí fortuna en México hay compositores que lo han hecho.”
En este nuevo material Armando Rosas reflexiona sobre su oficio como compositor: el de un artesano que engarza letra y música, texto y melodía.
“Últimamente, y a partir del Premio Nobel al maestro Bob Dylan, se habla muchísimo de los textos; sin embargo, la melodía en una canción es fundamental. Para mí el texto es un indicador de cuál es el género que mejor va a vestir lo que yo quiero decir”.
El Oficio Mío es un disco que se fue gestando de forma itinerante, por distintas latitudes de nuestro país, y más allá de sus fronteras. En él participaron las cantantes Georgina Meneses y Malena Durán, los pianistas Astrid Morales y Baldomero Jiménez, el multi-instrumentista Ernesto Anaya, y los contrabajistas Mario Cortés y José Luis Montiel.
“Inició la primera parte de su producción en San Francisco; después se fue a Nezahualcóyotl; de Ciudad Neza se fue a Mérida; de Mérida concluyó en la ciudad de Amberes, porque fui invitado a un festival: Las Fiestas de Gante, en Bélgica. Allí tuve la oportunidad de grabar la última parte del disco.”
Armando Rosas celebrará sus 30 años de trayectoria y la presentación de El Oficio Mío en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, el sábado 25 de marzo.