Washington, 27 mar (PL) Medios estadounidenses y foráneos emplearon calificativos como gélida y tensa para referirse a la reunión que sostuvieron por primera vez en la Casa Blanca el presidente Donald Trump y la canciller federal de Alemania, Angela Merkel.
La negativa de Trump a dar la mano a Merkel para una foto en la Oficina Oval o la aparente incomodidad de la visitante ante comentarios de jefe de Estado durante el encuentro del 17 de marzo no escaparon de la vista de la opinión pública.
La prueba de que la reunión quizás no marchó del todo bien la dio el propio presidente un día después, cuando a través de su cuenta en la red social Twitter acusó a Alemania de adeudar grandes sumas de dinero a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
La reacción de Berlín no se hizo esperar y la ministra germana de Defensa, Ursula von der Leyen, indicó que los gastos a favor de la OTAN no pueden ser el único criterio para medir los esfuerzos militares de Alemania.
Precisamente se esperaba que el tema de la alianza atlántica fuera central en la cita entre ambos líderes, sobre todo después de que el actual ocupante de la Casa Blanca llegara a considerar el bloque como obsoleto y mal preparado para enfrentar las amenazas actuales.
Además, desde su etapa como candidato presidencial republicano, Trump reprochó que muchos países ricos no pagaran sus cuentas, lo cual obligaba a Estados Unidos a cargar con el peso de la agrupación creada en 1949 y frecuentemente criticada por su controvertido papel en conflictos alrededor del mundo.
Pese a ese tipo de comentarios y a las divergencias de criterio, el jefe de Estado ratificó a Merkel el fuerte apoyo de su país a la OTAN y a todas las naciones aliadas.
El continuo respaldo norteamericano se corroboró con la visita esta semana a Washington del secretario general de la organización, Jens Stoltenberg, quien se entrevistó con el titular de Defensa, James Mattis.
Pero las mejores noticias para el bloque llegaron en la noche del pasado martes, cuando el secretario de prensa de Trump, Sean Spicer, anunció que el mandatario participará en mayo próximo en la reunión de jefes de Estado y de Gobierno de la alianza que se celebrará en Bruselas, Bélgica.
Como si tal compromiso fuera poco, el presidente también recibirá a Stoltenberg en la mansión ejecutiva el venidero 12 de abril, lo cual despeja de momento los señalamientos de algunos medios de que Washington quizás se estuviera distanciando de la coalición militar.
Además del tema de la OTAN, el diálogo Trump-Merkel puso énfasis en la economía y el comercio, pues ambos líderes destacaron la importancia de los nexos bilaterales, y de Estados Unidos con la Unión Europea (UE) en general.
La canciller federal recordó a su anfitrión que la UE acaba de cerrar un acuerdo de libre comercio con Canadá, y expresó su deseo de que pronto puedan reabrirse las conversaciones sobre un pacto de comercio e inversiones con Washington.
Son ese tipo de intereses, los militares y económicos, los que seguramente prevalecerán más allá de cualquier diferencia de visiones o criterios entre los dos interlocutores.
No en vano fuentes cercanas a Merkel dijeron antes del viaje que ella quería apelar al sentido de la eficacia comercial de Trump en un intento de conquistar al nuevo mandatario. (Tomado de Semanario ORBE)
Trump, Merkel y un diálogo incómodo
Por Martha Andrés Román