Buenos Aires (PL).- La doble jornada de eliminatorias al Mundial de fútbol dejó un saldo altamente preocupante para el seleccionado argentino: pobre nivel en el triunfo ante Chile, derrota en La Paz ante Bolivia y la suspensión increíble de Lionel Messi por cuatro partidos.
La situación, compleja de por sí, se acentúa al ser un equipo sin juego colectivo, que depende en exclusivo de alguna aparición de Messi, el crack del Barcelona, el número 10.
Dentro del análisis no puede quedar fuera la inexistencia de una línea futbolística en el seleccionado de Edgardo Bauza, la inesperada actitud de Messi y lo rotundo de la sanción de la Federación Internacional (FIFA).
El astro argentino, en una actitud insólita (impropia en él), insultó en varias oportunidades al árbitro asistente Emerson de Carvalho, lo cual motivó su suspensión.
Corresponde ir de manera cronológica. La victoria ante Chile en Buenos Aires, no dejó más cosas positivas que los tres puntos para el combinado local.
Dentro de lo negativo, se demostró una vez más que el equipo no tiene patrón de juego. Chile, aún en la ausencia de su estandarte principal (Arturo Vidal) supo complicar al cuadro argentino.
Durante el segundo tiempo, el equipo conducido por Juan Pizzi superó al conjunto local en el trámite y en las situaciones de riesgo.
Pizzi realizó cambios acertados, con lo cual la «Roja» terminó mejor parada y en pleno asedio contra la Argentina.
Claro que al final del partido todavía no se conocía lo peor: los insultos de Messi al asistente número dos tendrían un desenlace fatal.
Lo extraño del asunto es que Sandro Ricci, el árbitro principal de la terna brasileña, no informó en ningún caso al crack azulgrana.
Es decir, que ni la máxima autoridad del juego había notado los insultos, ni su asistente se lo había hecho resaltar como para que lo volcara en el informe post partido.
Sin embargo, la FIFA, apoyada en los videos donde se evidencia claramente el tenor de las expresiones de Messi, decidió sancionarlo de oficio y darle nada menos que cuatro fechas.
Aquí un par de reflexiones: es imposible pensar que un futbolista como Messi, acostumbrado a hablar tapándose la boca, habituado a convivir con el lente de las cámaras captando hasta sus gestos más sutiles, creyera que sus dichos a Carvalho no sería registrados.
Se entiende el enojo, el fastidio, la impotencia; también es un ser humano y esto es fútbol. Pero esta postal de Messi, como mínimo, no es concordante con él.
Luego, el ente rector, al margen de la letra fría del reglamento, sanciona con una dureza, que veremos si vuelve a aplicar en situaciones similares. Finalmente, y con la suspensión a Messi, conocida apenas horas antes del partido, Argentina se presentó a jugar ante Bolivia en los tres mil 600 metros de altitud, en el Hernando Siles, de La Paz.
Además de la ausencia del 10, Bauza planteó otros siete cambios, pero el equipo no apareció y sufrió una sensible derrota por 0-2 ante un cuadro boliviano ya sin aspiraciones de clasificar al Mundial.
Argentina, con el juego de resultados, vuelve a quedar en quinto lugar, superada por Colombia y Chile, es decir en zona de repechaje, fuera de la clasificación directa a Rusia-2018.
Ahora el seleccionado albiceleste debería afrontar 3 juegos decisivos (Uruguay en Montevideo; Venezuela y Perú, ambos en Buenos Aires) sin su arma principal, Messi, al margen de la apelación interpuesta por la Asociación del Fútbol Argentino.
Acá es donde se agiganta la gran falencia de esta selección: nunca tuvo hasta aquí un patrón de juego, nunca mostró una idea futbolística, y siempre estuvo atado a la iluminación de su futbolista estrella.
La Albiceleste apostaba todo a una sola carta, y ahora no la puede usar.
Argentina sin fútbol y sin Messi
Por Andrés Sciapichetti