Hemos escuchado, leído y vivido infinidad de discursos sobre la Libertad de expresión, ahora atinadamente consagrada como un Derecho Humano, del que “humanamente” hemos malbaratando el significado. Sin intención de generar una mala interpretación, o insinuar la invalidez de cualquier manifestación de ideas, me parece puntual retomar el trasfondo de este Derecho, que debería, aparte de todo, enriquecernos como sociedad.
Planteemos algunos antecedentes: Antes de octubre de 1953, México no permitía el voto de la mujer, es decir: la opinión de ELLAS no podía ser expresada. Por tanto no tenía un impacto público en la vida democrática y política del país. Eso sin mencionar el régimen opresor que guío al pueblo Mexicano durante años, en donde un sociedad cansada de no poder asociarse, escribir temas de corte contrario a las políticas en turno, o manifestarse cuando se veía vulnerada por un grupo mucho más poderoso, llego al hartazgo para luchar por estás oportunidades. Innumerables enfrentamientos armados e ideológicos lograron colocar estos derechos que hoy en día percibimos tan coloquiales.
Entendemos que nos encontramos en una Era completamente globalizada, por lo que para entender cuál es nuestra posición como sociedad, tenemos la obligación de ver hacia el exterior, establecer la problemática mundial para analizar los problemas internos, y en su caso, echar mano de las soluciones internacionales para armonizar a nuestro Derecho Nacional.
Es así que en La Declaración Universal de Derecho Humanos (DUDH) y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) se garantiza el derecho a la libertad de expresión revistiendo su importancia mucho más allá de sí misma, toda vez que a través de está se puede dar garantía a la realización de otros derechos humanos.
Primero de manera individual, dando al hombre común un rasgo de identidad y dignidad que permite la comunicación fluida, el respeto por las ideas y ante todo la libertad. Por otra parte y a esto me refiero al decir que no le hemos dado como sociedad el alcance que este derecho merece, es un derecho de impacto general, que hace que un Estado Democrático funcione, ya que tiene una trayectoria política, económica y de transparencia que debería encauzar a cualquier nación a un gobierno ideal.
Es una verdad muy cruda que incluso en estos tiempos globalizados y que llevan como estandarte a “Los Derechos Humanos” sigue existiendo una represión muy severa. México es de hecho un foco mundial de violencia contra aquellos periodistas que al hacer uso de este derecho, vulneran la posición de alguien con poder. Pero habría que cuestionarnos ¿Qué hacemos el resto de los Mexicanos con esta facultad? se ha banalizado, en lugar de enaltecerla. Estamos ante un derecho con raíces muy profundas que debería elevarnos como personas y como sociedad, que impactaría directamente en una buena gobernabilidad.
Es una verdad muy cruda que incluso en estos tiempos globalizados y que llevan como estandarte a “Los Derechos Humanos” sigue existiendo una represión muy severa. México es de hecho un foco mundial de violencia contra aquellos periodistas que al hacer uso de este derecho, vulneran la posición de alguien con poder. Pero habría que cuestionarnos ¿Qué hacemos el resto de los Mexicanos con esta facultad? se ha banalizado, en lugar de enaltecerla. Estamos ante un derecho con raíces muy profundas que debería elevarnos como personas y como sociedad, que impactaría directamente en una buena gobernabilidad.