Quito (PL) Ecuador conmemoró el 16 de abril un año del terremoto que ocasionó muerte, destrozos colosales y, a la vez, sacó de lo más profundo lo mejor de ese pueblo, su garra para levantarse del desastre, unido y con mayor fortaleza.
A las 18:58 (hora local) de ese sábado, la vida de miles de personas de la región costera de este país sudamericano, cambió para siempre cuando un sismo de 7,8 irrumpió en la cotidianeidad de los habitantes de Manabí y Esmeraldas por 52 segundos, los más fatídicos de los últimos 70 años.
Un total de 671 muertos, miles de inmuebles colapsados parcial o totalmente, cerca de 29 mil damnificados y perjuicios económicos valorados en más de tres mil 300 millones de dólares fue el saldo del movimiento telúrico, cuyo epicentro se localizó en el cantón manabita de Pedernales.
Gracias a las labores de rescate, implementadas con prontitud por las autoridades nacionales, y luego con ayuda internacional, 113 personas fueron rescatadas con vida.
La ayuda proveniente de 43 países e instituciones multilaterales, pero sobre todo la implementación de políticas por parte del gobierno para la reconstrucción, permitieron el resurgir de las provincias costeras, como dijo el vicepresidente, Jorge Glas, en mejores condiciones que antes del temblor.
A la fecha, la mitad de los albergues habilitados para los damnificados fueron cerrados ya por las autoridades, luego de entregar viviendas o buscar soluciones habitacionales mediante bonos de acogida a familias que perdieron todo.
Con una inversión de 508 millones de dólares, ya se entregaron 22 mil casas, entre ellas siete mil 706 construidas en terreno propio, mil 240 en zonas urbanizadas por el Estado y 13 mil 288 reparadas, al tiempo que trabajan en numerosos proyectos para edificar otras 10 mil 500 viviendas.
Los sectores de educación y salud no solo se recuperaron, sino que ahora cuentan con mejores condiciones.
Un fondo de 182 millones de dólares permite implementar programas vinculados con la docencia, que incluyen la edificación de 70 nuevas Unidades Educativas del Milenio y 26 escuelas provisionales, así como reparar otras 875 instalaciones.
En cuanto a la salud, 170 millones de dólares se destinaron para construir y terminar centros tipo C y D, con características de hospitales en Manta, Tosagua, Chone y Cojimíes, y existen otros proyectos en ejecución.
Reparación y reconstrucción de vías, rehabilitación de sistemas y reservas de agua, así como labores en subestaciones, líneas de transmisión, redes primarias y secundarias, transformadores, postes, conductores y luminarias, forman parte de los trabajos.
La generación de empleos, que partieron de las mismas necesidades de las labores de recuperación y el impulso a los emprendimientos también demuestran los avances de Manabí y Esmeraldas, donde crece el turismo, una de sus principales fuentes de ingreso.
Las playas de esa región costera son muy visitadas por nacionales y extranjeros, quienes además de disfrutar del paisaje, cuentan con una variada gastronomía y el trabajo de artesanos que contribuyen al crecimiento económico de la zona.
Además de las labores propias de la recuperación, se aprobaron medidas importantes, entre las que destaca la aprobación de la Ley Solidaria y de Corresponsabilidad Ciudadana por las afectaciones del Terremoto, cuyo objetivo es obtener recursos que permitan reactivar la economía de las zonas destruidas.
La regulación, que entró en vigor en mayo de 2016, comprendió por el término de un año, el aumento del impuesto al valor agregado de 12 a 14 por ciento, el aporte de los trabajadores de un día de salario durante uno o varios meses, según sus ingresos y un arancel del tres por ciento a los beneficios empresariales.
Hasta la fecha, la puesta en práctica de la normativa permitió recaudar un total de mil 397 millones de dólares.
En total, la inversión realizada estos 12 meses para atender la emergencia y la reconstrucción de las provincias de Manabí y Esmeraldas, asciende a dos mil 410 millones de dólares.
A un año de la tragedia, manabitas y esmeraldeños sonríen nuevamente rodeados de un ambiente de reconstrucción y reactivación económica, que les permite trabajar con denuedo, convencidos de que lo mejor está por venir.
Atrás quedó el tiempo en que con toda la dignidad y responsabilidad del mundo, los maestros colgaron lonas de los árboles para continuar impartiendo clases a pesar de la destrucción de los colegios.
También es pasado la visión de médicos y personal de la salud que rescataron camas y equipos hospitalarios para atender en locales improvisados, hasta en parqueaderos.
Ahora, como dijo recientemente el presidente Rafael Correa, ese pueblo ecuatoriano resucita, sale de los escombros y de las cenizas, porque es como la sencilla arcilla, que al calor no se debilita, sino se endurece.
«Así son nuestros hombres y mujeres, hechos de la mejor fibra del mundo», sentenció 24 horas antes de conmemorar en todo el país el primer aniversario del terremoto.
«De estas pruebas saldremos como mejor nación, como mejor sociedad, al nuevo Ecuador no lo para nadie», aseguró y sus palabras las demuestra el quehacer diario de esos héroes y heroínas, que lograron resurgir de la tragedia.
Ecuador a un año del terremoto que sacó lo mejor del pueblo
Por Sinay Céspedes Moreno