Desafío: De Guerras Sucias

Rafael Loret de Mola

*De Guerras Sucias
*Tiro por la Culata
Por Rafael Loret de Mola

 

Como cada año el cruce de señalamientos, denuncias incluso, se agudiza en torno a las campañas electorales, en esta ocasión en el Estado de México, Coahuila, Nayarit y Veracruz; en esta última no se renovará la gubernatura –ya pasaron casi doce meses desde el triunfo de los Yunes y le queda por delante una senda similar además de los meses de transición-. Nada es favorable respecto al contrario y ni uno solo de los aspirantes se atreve a realizar, consigo mismo, el ejercicio de la autocrítica, un valor que debiera ser tan obligatorio como la declaración tres por tres, asumiéndose cada quien como un dechado de virtudes, sin el menor defecto salvo los muy visibles.
De nueva cuenta, el nepotismo es evidente en las distintas filiaciones partidistas. De Mazo en el Estado de México es la materialización misma de la inercia política que determina la supremacía de los clanes sobre los líderes naturales –por ejemplo el independiente Isidro Pastor a quien no le ha ido bien tras su retiro del PRI-, y de los patriarcados que marcan las rutas bajo el dominio de sujetos execrables como Arturo Montiel Rojas y el padre del muchacho, Alfredo Del Mazo González. Ambos llegaron a ser considerados presidenciables, en distintos momentos, el primero para combatir al tabasqueño Roberto Madrazo Pintado y el segundo dispuesto entre los seis suspirantes de la parodia delamadridiana con pasarela de moda incluida cuando ya el mandatario se había inclinado por carlos salinas.
Dos carambolas atroces que dividieron hondamente al priísmo y obligaron, bajo la sospecha del fraude en 1988 y la crispación por la posible escisión en 2006, a la toma de medidas extremas para evitar un colapso mortal, entre ellas las necesarias negociaciones con la derecha, ayuna de capacidades para gobernar, con el fin de atraerse a figuras del establishment, crecidas durante la hegemonía del partido otrora invencible, y mantener la continuidad financiera y política con cargo a la parálisis social. Neoliberalismo le llamaron.
Estas heridas, jamás cerradas, fueron, sin duda, las que determinaron el tiempo de las corruptelas bajo el pretexto de que los gobernadores priístas eran tan libres como el viento porque no rendían pleitesía a los mandatarios federales de la derecha –sobre todo después de encontronazo de 2000-, y se mostraba erizados ante lo titulares de la Presidencia. Con el retorno del PRI las malas costumbres adquiridas por la aplicación de una soberanía equivocada –no la popular sino la de los gobernadores con tintes absolutistas-, se mantuvieron ante la patente debilidad, física y política, de enrique peña nieto sometido, desde el arranque, a las nuevas tablas de medición.
Este es, sin duda, el punto de no retorno entre los aspirantes de hoy. Quisieran deslindarse del poder central porque el “efecto peña” es, sencillamente, devastador; y es éste, sin duda, el mayor sufrimiento para el junior Del Mazo Maza quien manipula encuestas diversas –todas ellas pagadas por él- para tratar de sacar la cabeza del pantano. Pero su causa, y la del priísmo en general, parece perdida salvo si se da un fraude mayúsculo.
La Anécdota
Por supuesto, la reciente aprehensión de gobernadores, con las autoridades de Italia y Guatemala en el papel estelar, no ha servido, de modo alguno, para vindicar a los destartalados miembros del Institucional en campaña sino todo lo contrario: el juego abierto posibilita que los capturados sean vistos como lo que son, una jauría ligada entre sí para defraudar a la ciudadanía.
Para revertir la tendencia ahora se intenta lanzar al abismo a los opositores. Y sucede que, a estas alturas, ya ni siquiera podemos saber quiénes lo son de verdad y cuántos de ellos son simples embusteros.
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