A la memoria de mi padre
El decimosexto presidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln, decía que puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo.
Siguiendo esta lógica y con las dosis de realidad que día con día estamos recibiendo, no debe de tardar mucho en que este gobierno termine por perder la máscara con la que pretende ocultar su ineficacia y la realidad de un país que está muy lejos del que describen los discursos.
No tiene mucho que el gobierno del presidente Peña Nieto, presumía las impresionantes cifras de empleos creados, nunca antes vistas. Sin embargo, aunque los números son muy buenos, si analizamos los datos a detalle veremos una realidad tremendamente distinta, que contrasta con lo que se quiere presentar como un logro del gobierno.
Del número de empleos creados en los registros del IMSS, una gran parte se deben a los programas como el RIF, que facilita la formalización del empleo, pero con cuotas subsidiadas al Instituto y tasas muy reducidas de los impuestos correspondientes. Una vez que las cuotas comienzan a incrementarse y las tasas a normalizarse, el empleador sale del programa y vuelve la informalidad. Es decir, el gobierno paga, mediante reducciones impositivas, el logro temporal que afirma haber generado.
La tasa de informalidad laboral, de la que se presume que de marzo 2013 a marzo 2017 pasó de 59.26 a 56.80 por ciento de la población económicamente activa, es un dato engañoso, pues contabilizado en personas reales, hoy hay 979,246 personas más que en 2012, que trabajan sin prestaciones laborales.
Ahora, una cosa son los empleos creados y otra la calidad de los mismos. La tasa de precariedad laboral pasó, de marzo 2016 a marzo 2017, de 13.1 a 14.1 por ciento y, al cierre de 2016, 61.9 por ciento de la población ocupada, ganaba hasta 3 salarios mínimos, es decir, había 32 millones de trabajadores sosteniendo un hogar con menos de 6,573 pesos mensuales.
Viendo el detalle, la realidad se impone y es difícil presumir ésta, pues en pocas palabras, para conseguir trabajo, la población hoy debe de aceptar menores sueldos y nulas prestaciones.
Algo similar sucede en el tema de inseguridad, pues a pesar de que todos los días se anuncian importantes detenciones y grandes operativos contra el crimen, la percepción de la población es de una ausencia de seguridad, un clima de miedo, mientras la violencia va en aumento.
Al tema de la violencia por el narcotráfico se le suma ahora una violencia irracional pues el delincuente mata por robos menores y, si no llevas nada, te golpea por jodido. El tema del robo de combustible representa la falla total de una administración, pues en este, invariablemente, están coludidos los funcionarios de la petrolera mexicana, los cuerpos de seguridad pública -federales, estatales y municipales- así como los altos niveles de gobierno, que no sólo hacen caso omiso de la gravedad del problema, sino que se llegan a beneficiar, política y económicamente de este.
Palmarito Tochapan, en Puebla, exhibió los niveles de violencia que se pueden alcanzar para proteger una actividad ilícita, pero también cómo la ausencia de cuerpos policiacos, confiables y profesionales, hace necesaria la intervención de fuerzas armadas que no tienen preparación para combatir el crimen, sino para proteger la integridad y soberanía nacional.
Nos espantamos por la ejecución de un civil a manos de un militar, pero dejamos de ver todo el entorno que existe, lo que son capaces de hacer los delincuentes y que hemos dejado solas a las fuerzas armadas, sin dotarlas siquiera del marco jurídico que regule y sustente su intervención.
Este gobierno ha ofrecido policías honestas, un mando único, un mando mixto y mil cosas más, pero se olvido de que para ello es necesario aplicar, como se vino haciendo en el sexenio pasado, exámenes de control de confianza para depurar a los cuerpos policiacos y, entonces sí, establecer una buena estrategia de organización policial, que permita entre otras cosas, el regreso de los militares a los cuarteles. Si están en las calles es, principalmente, porque no hay un cuerpo policiaco que pueda contener efectivamente al crimen.
En otro tenor, el manejo político del dinero público ha sido la constante. El Estado de México y el escandaloso reparto de dádivas en los meses previos e incluso dentro del proceso electoral, es una muestra más de la verdadera genética del PRI, que no es un partido creado para alcanzar el poder, sino para mantenerlo. Si sumamos esto al escándalo que surgió con los videos de la diputada de MORENA, Eva Cadena, recibiendo millonarios apoyos económicos para el líder de su partido, así como los agradecimientos por el impulso de una legislación, son la muestra clara de que, como decía un legislador perredista, en México con el dinero se hace política y luego con la política se hace dinero. MORENA, lejos de lo que presume su slogan, está matando la esperanza de México.
La administración pública evidencia un mal manejo económico. La deuda pública ha tenido, en este sexenio, un incremento enorme, que no se ha visto reflejado en una mejora de la infraestructura nacional.
La cantidad de dinero que se destina al pago de deuda es altísima. Una mala planeación, conjugada con la volatilidad económica mundial hicieron que en el primer trimestre de 2017 el pago del costo financiero de la deuda se incrementara 44.3 por ciento respecto a igual periodo del año anterior, hasta los 100,180 millones de pesos.
La manipulación que desde el ejecutivo se ha hecho de los precios de los combustibles, es sólo un pequeño ataque a la estabilidad macroeconómica de México, que tanto se ha pregonado.
En el primer trimestre del año la recaudación por IEPS cayó 33.1 por ciento y buena parte de esa disminución está representada por los 16 mil millones de pesos que se destinaron a mantener el precio de los combustibles en un rango artificial para contener el descontento social por el incremento, que tiene su principal causa en la pésima implementación de una buena reforma energética y adelantar la liberación de los precios cuando aún no se contaba con la infraestructura adecuada y una tasa fiscal que fue muy elevada y, con la cual, el gobierno ha tenido margen para manipular los precios de acuerdo sólo a su interés político.
El reporte del estado de las finanzas públicas del primer trimestre de este año, indicó también una reducción de la recaudación del impuesto sobre la renta de 4.1 por ciento, mientras que la del IVA se incremento en 2.1 por ciento. Sin entrar en un análisis más técnico, parece que la inflación altísima de los primeros tres meses favorecen un incremento en la recaudación del impuesto al consumo, mientras que el impuesto sobre los ingresos disminuye su recaudación debido a que el empresario sacrifica utilidades absorbiendo parte del incremento en los precios.
Todo lo anterior, nos muestra un gobierno de mentiras, que a través de una óptica muy parcial pretende alterar la realidad, pero que ni siquiera la oculta. No se puede engañar a todos todo el tiempo, por eso es difícil que los mismos mentirosos, que ahora hacen de MORENA el nuevo PRI, puedan obtener los votos; si lo logran habrán dejado claro que, aunque la crisis no sólo está en nuestra mente, no somos pobres, somos estúpidos.
Para Papá:
Cuando estas líneas estén frente a sus ojos, estaremos en el novenario de la muerte de mi padre, un hombre de los que ya no hay.
Mi padre fue un hombre bueno, decente y muy trabajador. Dotado de una inteligencia enorme, supo poner su gran sentido humano al servicio de la clase trabajadora.
Como miembro de la dirigencia del sindicato del IMSS en Puebla logró que se construyera la unidad habitacional para trabajadores del instituto. Como diputado al congreso local, logró que Puebla fuera una de las dos entidades que tuvieron un posicionamiento propio cuando se legisló el sistema de ahorro para el retiro, a partir del cual hubo una modificación al proyecto en beneficio de los trabajadores del Seguro Social.
Mi padre fue un hombre que conforme al ejemplo que recibió, a su vez, de su padre, sabía que no podía haber otra forma de ganarse el sustento, que no fuera con el esfuerzo diario y el sudor de su frente. Le gustaba hacer mejoras en la casa y transformar tablas en verdaderas obras maestras de ebanistería.
Médico de profesión, jamás se permitió dar consultas por teléfono y estaba en contra de esas personas que, por el hecho de haber visto cada capítulo de doctor House, se sentían capaces de dar un diagnóstico.
Fue el mejor padre del mundo. Le gustaba dibujar y como eso no me lo heredó, lo recuerdo cada año, ya muy noche, terminando él los dibujos de un concurso escolar.
No era de prohibir cosas ni de agresiones físicas, tenía métodos muy particulares de hacerte entender. Si me desvelaba un viernes, le daba por podar el jardín el sábado a las seis de la mañana. Si mi resaca era tremenda, le gustaba preparar desayunos de hotcakes con mucho maple y leche tibia. Era un ángel. Recuerdo que me llevó a ver, por primera vez, un partido de futbol, de beisbol, un espectáculo de palenque y me hizo el honor de acompañarme a ver una de mis pasiones: las corridas de toros.