La Habana (PL) Cuentan que el pintor estadounidense Jackson Pollock amaba el jazz y podía pasarse varios días escuchando esa melodía sin parar, a todo volumen y a toda hora.
Para este genio de las salpicaduras, el jazz -además del impresionismo abstracto- era la única cosa innovadora que había creado Estados Unidos en su historia, aseguró la especialista del Museo Guggenheim de Bilbao, Lucía Agirre. Inspirados por esa pasión, la pinacoteca española organizó el pasado 19 de mayo un concierto gratuito en la Plaza Nueva de Bilbao, para fusionar ritmos del jazz con obras de grandes maestros del expresionismo abstracto.
Varias piezas icónicas de esos artistas salieron al exterior de las galerías gracias a unas grandes pantallas, y estuvieron acompañadas por el jazz como música de fondo. La presentación fue también un homenaje al «Free Jazz», corriente surgida en Nueva York en los años 1940 mientras los cultores del abstraccionismo transformaban el mundo de las artes visuales y pisoteaban convencionalismos.
Precisamente por estas fechas, el Museo Guggenheim acoge la exposición Expresionismo abstracto, con 130 cuadros, esculturas y fotografías de artistas vinculados o influenciados por ese movimiento.
Hasta el próximo 4 de junio permanecerá abierta en las salas de la segunda planta del Museo Guggenheim esta muestra que incluye a 33 creadores, protagonistas todos de un giro radical en la plástica.
El expresionismo abstracto surgió en Estados Unidos después de la II Guerra Mundial: Jackson Pollock, Mark Rothko, David Smith, Cyfford Still, Willem de Kooning, Robert Motherwell, Barnett Newman y Hedda Sterne son algunos de los nombres más reconocidos.
La fuerza renovadora del jazz cautivó a muchos de esos artistas, amantes de la atmósfera y la música que se tocaba en clubes como el de Eddie Condon o el Five Spot de Nueva York.
Pollock era de los asiduos del género y tenía una fonoteca con más de 150 discos. Pese a su afición por el jazz, nunca pintó mientras lo escuchaba pues hasta 1953 no tuvo electricidad en su estudio, reveló Agirre, curadora de la muestra Expresionismo abstracto.
Aún así, en sus cuadros hay de la magia, improvisación y espontaneidad que le son comunes al jazz.
Si bien lo expulsaron de las primeras escuelas de arte a las que asistió, Pollock logró encontrar finalmente un sui géneris camino en la plástica.
Algunos especialistas de aquella época criticaron su técnica y consideraban que sus salpicaduras aleatorias, sus derrames de pintura y su frenética profusión de colores no podían considerarse arte.
Para otros -la mayoría- esa libertad creadora era lo que hacía único su trabajo. De hecho, en la lista hecha por la revista Art News de las mejores exhibiciones de 1950, Pollock ocupaba los tres primeros puestos.
Después de casarse en 1945 con la pintora estadounidense Lee Krasner, compraron en las afueras de Nueva Tork una casa con un granero de madera, que finalmente sirvió de estudio.
Ese lugar le permitió desarrollar a sus anchas y a todo color la técnica de las grandes «salpicaduras», goteos y manchas.
Años antes, en 1936, había realizado sus primeros experimentos con pintura líquida en el taller neoyorquino del muralista David Alfaro Siqueiros.
En el granero de la casa en Springs, Pollock comenzó a pintar con los lienzos recostados en el piso, así podía rodearlos a su antojo y derramar con facilidad los coloridos líquidos.
A veces utilizaba pinceles endurecidos, y en otras ocasiones agarraba lo primero que le saliera al paso: varas, cuchillos, jeringuillas, tenedores, pañuelos…
Ponía a fluir la pintura, la dejaba caer por gotas, la lanzaba contra el lienzo o la aplicaba aleatoriamente desde cualquier dirección en un abierto desafío hacia cualquier normativa.
Ahora, la técnica de verter y salpicar pintura es reconocida como uno de los orígenes del denominado «action painting», una corriente no figurativa que intenta comunicar sensaciones y movimiento mediante el color y los materiales del cuadro.
En algunos círculos lo llamaban «Jack the Dripper» (Jack el goteador) y sus piezas más famosas fueron hechas en el denominado «periodo de goteo», de 1947 a 1950.
Hacia 1949, Pollock comenzó a numerar sus obras en lugar de darles un título descriptivo, no quería que nada decidiera de antemano la experiencia frente al cuadro.
Murió joven, en 1956, en un accidente automovilístico, estaba detrás del timón y conducía borracho. Tenía en ese momento 44 años, pero había pasado casi toda su vida lidiando con el alcoholismo.
Jackson Pollock, del jazz a la abstracción
Por Ibis Frade