Ciudad de México (N22/Ana León).- Iniciada en 2009 como Feria de las Culturas Amigas, ahora convertida en la Feria Internacional de las Culturas Amigas, la FICA busca cada año reunir diferentes manifestaciones culturales de alrededor de noventa países a través de sus representaciones diplomáticas; el objetivo es estrechar vínculos entre éstas y la Ciudad de México. Cada año se somete a concurso el Proyecto Conceptual de la Intervención Arquitectónica de la feria que albergará los stands de las naciones que participan y cuyo diseño se destaque por sus cualidades estéticas y arquitectónicas, sea accesible, de carácter festivo, cree espacios amables, se conecte con el resto del programa que está en la Plaza de Santo Domingo, entre otras. Éstas fueron algunas de las cualidades que se destacaron en el diseño presentado por el despacho Colectivo de UNO, cuya propuesta fue seleccionada de entre cinco proyectos participantes.
Colectivo de UNO está compuesto por Jimena Hogrebe, Roberto Michelsen, Nicolás Vázquez, Helmut Balle y Sebastián Gnaedig, cuya relación inicia en el Taller Max Cetto de la Facultad de Arquitectura de la UNAM. Entrevistamos a Hogrebe acerca del diseño propuesto (tres pabellones) y que actualmente ocupa la Plancha del Zócalo.
-¿A qué inquietud o necesidad respondió el diseño del pabellón para la FICA 2017?
-Respondió a varias inquietudes. La principal fue solucionar de la mejor manera que los visitantes y los usuarios pudieran tener una experiencia agradable. Habíamos visitado las ferias anteriores, yo había escrito sobre ellas, por lo que conocíamos la complejidad del proyecto y sabíamos que tenía que ser una propuesta para las multitudes. Analizamos los tres proyectos anteriores en ese sentido, sus aciertos y sus errores, y decidimos intentar resolver las problemáticas identificadas. La primera fue que los flujos funcionaran. Para eso planteamos volúmenes separados que además tienen pasos intermedios, con esto se abría la posibilidad de distintos recorridos para que no se aglomerara la gente. También buscamos que no hubiera elementos verticales que entorpecieran el paso o con los que pudieras chocar, para eso propusimos los pórticos sin columnas por los que la gente se puede mover libremente y, si se llena mucho un puesto, se pueden salir a las distintas plazas porque hay una conexión directa. Estos pórticos, además, dan sombra y protegen de la lluvia. Sabíamos que el mes de mayo tiene un clima complicado y quisimos que nuestra solución respondiera a eso.
Otras de nuestras inquietudes fueron conectarnos con la historia de la plaza, reinterpretar las cubiertas coloridas de los mercados sobre ruedas, proponer la visita como un paseo, utilizar materiales rentados o reutilizables, y conectarnos con la configuración urbana del lugar (esto no se pudo llevar a cabo por el tapial de la remodelación de la plancha).
-¿Cuáles fueron los retos a los que se enfrentaron al diseñar una estructura para un espacio tan complejo como es la Plancha del Zócalo con un constante flujo de gente local y foránea, en pleno proceso de remodelación, y con las diferentes manifestaciones político-sociales que ahí se suscitan?
-Desde que planteamos la propuesta tomamos en cuenta la complejidad de la plaza, lo que también hizo la experiencia más emocionante. En relación a los flujos hicimos la propuesta muy abierta, pensamos que todo mundo tenía que ser bienvenido por ser un espacio público (el tema de la feria de este año es la diversidad, por lo que consideramos que la apertura era una forma de responder a él). Que la remodelación nos iba a quitar una tercera parte de la plaza nos enteramos un mes antes del montajes, después de meses de desarrollo, y fue difícil porque sabíamos que perderíamos toda la conexión con la ciudad que habíamos planteado y nos preocupaba que se volviera una propuesta muy apretada y que el tema de los flujos no se solucionara. Sin embargo, tuvimos la suerte de que nuestra propuesta se pudiera acoplar a la situación moviendo la ubicación de las curvas y de los otros elementos, y que hubiera suficiente espacio para el movimiento de las masas. Al final, entendemos que para hacer un proyecto en un espacio como el Zócalo va a ser necesario dialogar con las circunstancias que se presenten porque están completamente fuera de nuestras manos. Hemos pedido, por ejemplo, que se quiten las vallas que rodean la feria para que se viva un poco más cercano a lo que se planteó en su origen, pero es otra de las circunstancias que no se han logrado.
-¿Qué materiales se utilizan y cómo fue el proceso de montaje? Al finalizar la feria, ¿tienen pensado reutilizarlos?, ¿cómo?
Las estructuras curvas están hechas con andamios multidireccionales en la parte baja y con unas vigas de aluminio en la parte alta de las que se sostienen las lonas. Todo está estructurado con contrapesos de cemento. Los elementos estructurales son rentados, así que cuando se desmonten se volverán a utilizar por los proveedores. Las lonas de colores se compraron, pero el proveedor se las va a quedar para seguirlas utilizando. Las mamparas con las que están hechos los puestos también son rentadas.
-¿Qué tipo de espacio se genera con esta intervención, qué dinámicas se buscan agilizar y cuáles inhibir?
-Pensamos que se genera un espacio muy dinámico porque es fácil moverse y la gente encuentra los caminos de manera natural. El frente de los puestos es grande y eso permite que más gente se acerque, lo que hace también que haya más movimiento. Las plazas que se generan permiten desahogar cuando es necesario y se usan también, sobre todo la de la curva roja en donde se encuentra el foro. Por otro lado, que las estructuras sean curvas hace que mientras recorres la feria se vayan creando perspectivas diferentes, se van abriendo y cerrando vistas, se enmarcan componentes del contexto como los edificios circundantes. Que sus dos lados sean distintos también provoca otras experiencias. Y que las lonas blancas se muevan constantemente y a distintas velocidades enfatiza el dinamismo, y le da cierta sensualidad.
Como mencioné antes, queríamos inhibir los problemas de circulación y aglomeración, y ofrecer un espacio para resguardarse del clima (dentro de las posibilidades espaciales y presupuestales). El Pabellón CDMX, por ejemplo, tiene una sala techada con bancas para descansar y cuidarse del sol y la lluvia.
-Intentamos responder a esto al hacer una propuesta abierta en la que se la da bienvenida a todos. Además, con la diversidad de experiencias al recorrerla y la diversidad de colores también.
-¿Cómo abordar conceptos como lo público y lo colectivo?
Lo público y lo colectivo tienen que abrir la mayor cantidad de posibilidades para que cualquiera se sienta bienvenido a visitar y usar el espacio. Entre más opciones haya, más gente va a acercarse. También las plazas son una forma de abordar estos temas, porque son espacios de convivencia libre. En este proyecto buscamos crear cuatro plazas distintas que permitieran usos diferentes y experiencias particulares.
La FICA ocupará la Plancha del Zócalo hasta el 4 de junio.