*¡Esas Encuestas!
*La Mafia se Queda
Por Rafael Loret de Mola
Hace algún tiempo, Roy Campos, uno de los más socorridos en materia de encuestas en nuestro país, me explicó, en defensa de sus métodos y a cuestionamiento expreso sobre la incredulidad que me causan estos ejercicios, que, para una empresa especializada, exhibir estadísticas que, a la hora de la verdad, sean superadas por los hechos mismos y con gran diferencia además, conduce, sin remedio al desprestigio de la misma que basa su fortaleza, sobre todo, en la credibilidad; esto es, se puede equivocar por un margen de hasta tres o cuatro puntos, pero no más porque ello conllevaría la sospecha no sólo por un trabajo mal hecho sino fraudulento, engañoso para la ciudadanía con aviesos fines.
De allí el escozor que provocó en 2012 la encuesta publicada por el diario Reforma –Norte en Monterrey-, en la que sólo se registraba una delantera de cuatro puntos a favor de peña nieto sobre el candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador. Lo extraño, precisamente, es que los demás sondeos sostenían al priísta adelante con un handicap entre dieciocho y veintidós puntos. Una diferencia abismal que obliga a pensar en la falta de escrúpulos de alguno de los grupos contratados ex professo para medir diferencias y simpatías en el terreno electoral.
Si Reforma hubiese caído en el garlito para mentir expresamente –en realidad su sondeo fue el que más se aproximó a la realidad- habría tenido varias y severas consecuencias:
1.- La pérdida de credibilidad del diario y de los encuestadores al servicio del mismo.
2.- El hecho de darle armas a López Obrador, conocido por sus controversias poselectorales, sin salidas laterales y sólo basadas en la idea de contar voto por voto… hasta que él resulte ganador; de no ser así, la protesta continuará bajo la sospecha de la ciudadanía, ya escamada por cuanto sucedió, para vergüenza de la administración anterior, seis años atrás, cuando, de plano, el desaseo de los escrutinios demostró que el PAN no había ganado.
3.- No podía estarse seguro sobre que López Obrador actuara de igual manera, esto es limitándose a un plantón bastante inocente –pese a algunas molestias causadas a los capitalinos-, y a un discurso enfebrecido, virulento, cada vez más radicalizado para negar legitimidad alguna al gobierno de calderón aun cuando los beneficiarios perredistas de curules y escaños entraran a las Cámaras sin el menor pudor político, esto es desconociendo a un gobierno del que comenzaban a formar parte. Una especie de pretendido autogolpe al estilo de Comonfort.
4.- En los tiempos recientes, las largas incursiones por Oaxaca y Chiapas de Andrés Manuel nos hacen suponer que sostuvo encuentros con los grupos belicosos abundantes en las llamadas zonas de conflicto. ¿Qué trataron en ellas? ¿Cuál fue lo acordado, si lo hubo? El abanderado de la izquierda ignora el tema y aún hoy considera que tocarlo –como cualquier señalamiento que no sea incondicional-, es parte de una nueva conjura o “complot” en su contra, más ahora cuando logró para su MORENA una victoria en la Ciudad de México, dividiendo el voto de la izquierda casi por mitad. Los perredistas que tanto le apoyaron, como lo hacen los morenistas, ahora señalan sólo sus defectos cuando antes únicamente se fijaban en sus virtudes. Cuestiones oscuras de la partidocracia minada.
La Anécdota
enrique peña nieto, en sus días de gobernador mexiquense, tuvo el cuidado de estar pendiente de todos los ex presidentes:
–Hasta fox –me dijo, subrayándolo casi con emoción-. Al único al que no veo, porque viene muy poco a México, es a zedillo.
Luego hablamos de las mafias que arrastra y de que era momento de sumar, insinuando que tendría después la capacidad
y autoridad para sacudírselas; a mí me sonó a utopía igual que cuando vicente fox, ungido presidente electo en agosto de 2000, me dictó aquella sentencia inexplicable e indefendible:
–Dejemos que las mafias se vayan solas cuando entiendan que ya no tienen cabida en el México democrático.
Una tremenda ingenuidad que, debo confesarlo, no tuve la capacidad de replicar porque sólo entendí la profundidad del aserto cuando llegué a casa y revisé sus palabras. Reacción tardía que, sin embargo, no fue óbice para entender que el nuevo mandatario llevaba la negociación como parte de su alma política y estaba en disposición de que se reacomodaran cuantos quisieran sumarse a su propio redil. Tal fue el único cambio real de aquella época negra.
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