Un sacerdote que radica en Saltillo, hace un llamado a la sociedad sobre la necesidad de darles amor y sobre todo educarlos de manera energética sin ir a los extremos de la dureza ya que cuando hay padres de familia blandos y sin firmeza estos generalmente se convierten en un problema dentro de la misma sociedad.
Haciendo una pequeña parábola a los feligreses explica: “Así como la gente dice que Dios es duro, pero a la vez tiene misericordia hacia sus hijos, a los cuales nunca abandona, así de esta manera los padres de familia deben enseñar a sus hijos y educarlos, pues luego la suavidad se les da en el amor”.
Coincido totalmente con lo dicho por el sacerdote y es bueno que exista ese compromiso de la Iglesia en involucrarse con la sociedad porque lo cierto es que los hijos también forman parte de una misma comunidad.
Una manera de agradecerle a la Iglesia su participación dentro de la sociedad y regresarles el favor como feligreses que llevan a sus familias con sus hijos a la iglesia para escuchar la palabra de Dios; en esa parte en especial los discursos que dan los sacerdotes o párrocos se ha perdido esa sensibilidad para elevar la fe de los jóvenes.
El compromiso social de los sacerdotes en nuestro país es cada vez más participativo, es decir, no solo hablan de un pasaje bíblico sino abordan en sus misas temas de política, economía del país y chismes sociales.
Sin darse cuenta en abordar tantos temas, los jóvenes de hoy tienen una gran confusión con respecto a la fe que trata o al menos trataba la Iglesia en ganar más adeptos y amor a Dios.
Se han convertido en una sola funcionalidad de ser emisores de mensajes, pero no de receptores, pero fuera de las instituciones religiosas es cada vez más común que los jóvenes se cuestionan sobre su existencia y dentro de la misma caen en una contradicción.
En una ciudad como en la capital de Coahuila, en donde existen muchas iglesias, capillas y una catedral resulta inverosímil escuchar a una gran parte de la población joven que asisten a misa, pero saliendo de ahí se cuestionan sobre, ¿quién escribió la Biblia?, o bien los pasajes dominicales que se leen, aunque se dé la referencia la misma juventud ni siquiera saben quiénes son pensando que la misma Iglesia los invento.
Pero aún más grave es cuando se habla de Dios; la misma juventud creen en él pero no como la Iglesia católica quiere sino creen que Dios es una energía, es decir, no creen en una imagen.
Hay quienes consideran que el Dios del que habla la Iglesia católica es el sol, un árbol o hasta el mismo universo, puesto que si el hombre está hecho a la imagen y semejanza de Dios no es posible que tenga poderes por el simple hecho que somos iguales. Al menos así es como lo percibe la mayoría de los jóvenes.
Cuando se les pregunta a jóvenes de 18 años si están bautizados o confirmados, su primera respuesta es “no soy fanático de la Iglesia”, pero posteriormente a ello se les cuestiona si creen en Dios, dicen que sí, aunque hay quienes dicen que no creen siendo hijos de padres de familia que asisten regularmente a misa.
Cuando era niño hasta adolescente nadie de mi generación se cuestionaba sobre la existencia de Dios o mucho menos quién escribía la Biblia como para ponerlo en duda y recuerdo que al momento de confesarse siempre te daba el sacerdote un concejo y una penitencia que entre más “pecados”, tuvieras más largas eran las oraciones.
Ahora tú puedes llegar con una lista larga de pecados sin importar qué o bien buscar un consuelo u orientación al momento de confesarse y todos ellos darán la misma penitencia: rezar un Padre Nuestro y un Ave María
Los sacerdotes de hoy deberían de hacer una pequeña pausa en sus diversos temas en donde aprovechan la tribuna dominical para hablar de temas que no tienen nada que ver con el fomento de la fe católica y enfocar mayores esfuerzos en aclarar las dudas que hoy en día se cuestiona la juventud sobre la existencia de Dios. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org