Por Guillermo Robles Ramírez
Lo fue la semana pasada apenas se estaba recuperando los Estados Unidos de los destrozos ocasionados por el huracán Harvey, y lo que fue el fin de semana pasó otro estrago con la llegada del huracán Irma, que ascendió a categoría 5, considerado como uno de los más fuertes que haya visto el ser humano.
Aunque afortunadamente para nuestro país, solo nos ha llegado lo que coloquialmente se les conoce las colas del huracán, sin causar las mismas catástrofes que en aquellos países cercanos al nuestro.
Pero tampoco se puede decir que pasan desapercibido ya que cada vez que sucede este tipo de fenómenos naturales nos recuerda que el noventa y nueve por ciento de las ciudades del país carecen de la mínima infraestructura del drenaje pluvial, ocasionando las grandes inundaciones en avenidas y calles principales de cada localidad.
No se diga de aquellos sectores más vulnerables, es decir, las marginadas que ni siquiera cuentan con una pavimentación en sus calles, o cualquier otro servicio básico como electrificación o agua potable y ya no se diga un sistema de drenaje para las aguas negras.
Nada nuevo para México, para los mexicanos, nuestros gobernantes, que va desde los alcaldes, gobernadores y el Ejecutivo, pero todas nuestras autoridades prefieren a diferencia de la población, cerrar los ojos y no reconocer la necesidad de obras como una infraestructura de drenaje pluvial o bien sustituir aquellos que ya quedaron obsoletos por el mismo crecimiento de la ciudad.
Pero no tiene nada de extraño, ni mucho menos es un desconocimiento que para las tres figuras de gobierno de México, le sacan la vuelta a realizar obras que nunca serán vistas porque están bajo tierra a unos cuantos metros del nivel de las calles y avenidas.
Es tanto la vanidad que prefieren no contemplarlas dentro de su presupuesto o en su defecto hacen un recorte de ello para hacer una instalación de drenaje pluvial de manera simbólica, por el simple hecho de que como es algo que no va lucir, es sinónimo de no ser reconocido por parte de la población o mucho menos que sean obras lucidoras que sean motivo de aplausos.
Un claro ejemplo de ello, solo basta con “googlear”, para darse cuenta lo que dejan atrás cada vez que pasa un huracán o al igual una tormenta fuerte. Ahora bien otro ejemplo pero en el estado de Coahuila, es muy conocido aquellos sectores que se inundan cada vez que llueve, y muy a pesar de que han pasado muchísimos alcaldes desde la fundación de cada cabecera municipal, es decir, en los 38 municipios de Coahuila, muy pocos se han dado a la tarea de meter drenaje pluvial de acuerdo a las necesidades de la población y menos aquellos alcaldes que han tomado la decisión de remplazar los que ya son obsoletos por la creciente de la ciudad.
Es una lástima que los políticos consideran como obras “invisibles”, porque solamente se ven durante su construcción, representando esto molestia para muchos conductores porque no les gusta que sean desviados a vías alternas durante el tiempo que las hacen, pero una vez concluidas estas son enterradas y nadie vuelve a saber de éstas o mucho menos recordados. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org