Por Guillermo Robles Ramírez
Cada vez que escucho pláticas sociales entre gente joven, y se toca el tema de los abuelos, me siento con mucha suerte en haber tenido abuelos y/o abuelas porque sabemos cuán influyentes pueden ser en nuestras vidas.
Lo he visto en el caso de mis papás tan pronto se convirtieron abuelos y aprecio mucho ese papel como una etapa importante tanto para ellos, así como en mi hija.
Es bien sabido que los nietos proporcionan un enfoque para mucha gente de la tercera edad, los abuelos pueden tener un gran impacto en la vida de sus nietos. Así como cada uno de nosotros tenemos algún recuerdo importante de nuestros abuelos en la vida de cada quien.
Así como algunos no tuvieron esa fortuna, habemos quienes sí conocimos a nuestros abuelos y haber convivido con ellos y aunque siempre esto ha representado algún problema de favoritismo entre los nietos, ante los ojos de los demás ellos dirán que a todos los quieren por igual.
En un tiempo el respeto a los ancianos era por sus enseñanzas y su sabiduría de la vida, cosa que en la actualidad el respeto es lo que menos tienen y aquellas enseñas quedan en el olvido y ahora son juzgados como gente torpe e ignorantes.
Pero muy independientemente de lo que crea cada quién no se puede negar que el escucharlos te deja una enseñanza de cómo se pensaba antes. El cómo se vivía, lo que era la vida en aquella época y sobre todo el tipo de creencia que se tenía para tomar no solo decisiones sino criterios. Mismos criterios que algún día seremos juzgados cuando lleguemos a viejos.
Por mencionar un ejemplo de estas creencias nuestros abuelos creían que un niño gordito, cachetón y rosado era sinónimo de salud plena. Sin embargo, ahora eso ha cambiado y siendo todo lo contrario a lo que se pensaba; se ha convertido en un tema de problema de salud pública en el país, el mejor ejemplo de ellos son los niños con sobrepeso quienes desarrollan ahora enfermedades que se presentaban sólo en la etapa adulta.
En la actualidad este tema tal pareciera que es una cuestión de moda, es decir, solamente cuando son niños o niñas tienen ese contacto con los abuelos cada vez que sus padres requieren salir a divertirse o algún convivio social y no saben a quién dejar encargados sus hijos para poder cumplir a ese compromiso social.
En caso particular mis abuelos me ofrecieron una gran base de mi autoconfianza, buenas costumbres, valores y respeto. Hoy en día me doy cuenta que el respeto a las personas de la tercera edad se está perdiendo, comenzando con la falta de relación entre padres e hijos, en el momento en que los primeros se convierten en abuelos.
Me doy cuenta que cada vez existe cada vez más niños y adolescentes que no tienen la oportunidad de aprender de sus abuelos de la misma manera que lo hizo mi generación o anteriores a la mía.
Los niños y jóvenes de hoy solamente tiene un solo recuerdo, es decir, una sola voz constante en sus cabezas que anteriormente nunca se tuvo. La voz constante y constante de las redes sociales, las 24 horas del día, los siete días de la semana.
Nunca es demasiado tarde para encender la relación entre padres y sus hijos, así mismo con sus abuelos desde temprana edad. Hay que detenerse para tratar de no dejar a nuestros hijos que crean que visitar a sus abuelos es una tarea u obligación aburrida, sino tomarse un tiempo que se conozcan entre ellos, y no subestimar la importancia de esa relación en la vida entre los hijos. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org