Por Orlando Oramas León
México (PL) La Catedral Metropolitana de Ciudad de México, uno de los templos católicos más grandes y visitados del mundo, tendrá que ser reforzada tras sufrir daños en los campanarios por el sismo de 7.1 grados del 19 de septiembre que provocó 369 muertos en varios estados del país, aunque la mayoría en esta capital.
«Las torres tienen algunos daños estructurales. Sin embargo, es posible apuntalarlas desde el interior», dijo Hugo Valdemar, vocero de la Arquidiócesis de México.
Junto a las decenas de inmuebles que colapsaron aquel día en la ciudad capital, también se vino abajo y quedó destrozada la estatua de la Esperanza, del arquitecto español Manuel Tolsá, uno de los más importantes de la época colonial.
«No hay necesidad de cerrar la Catedral», añadió Valdemar, al explicar que siguen repicando las campas de manera habitual, aunque por seguridad se suspendieron las visitas al campanario.
La Catedral Metropolitana de la Asunción de la Santísima Virgen María a los cielos de Ciudad de México es la sede de la Arquidiócesis Primada de México y se ubica en el lado norte de la Plaza de la Constitución en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en la Delegación Cuauhtémoc. Al formar parte del mencionado conjunto arquitectónico en esa área de la ciudad, es en consecuencia Patrimonio de la Humanidad desde 1987.
Construida en tres etapas de 1571 a 1813, es propiedad de la nación desde 1859 resultado de la separación Iglesia-Estado y toda reparación corre a cargo del gubernamental Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
La majestuosa construcción se asienta sobre la zona donde estuviera el Templo Mayor de los aztecas, pero por su peso y el subsuelo lacustre de la capital -asentada sobre antiguos lagos-, ha sufrido por décadas hundimientos, lo que motivó varias tareas de reparación y refuerzo.
En la década de 1960 se registró un incendio que causó severos daños a este recinto, localizado en el Zócalo (plaza central capitalina) y que a diario es visitado por miles de turistas nacionales y extranjeros.
Las medidas aproximadas de este templo son 59 metros de ancho por 128 de largo y una altura de 67 metros hasta la punta de las torres, lo que la convierte en la mayor catedral de América y una de las obras más sobresalientes del arte hispanoamericano.
Fue construida, según los planos del arquitecto español Claudio de Arciniega que se inspiró en catedrales españolas, alrededor de una iglesia erigida en el lugar poco después de la conquista española de Tenochtitlán.
Debido al prolongado tiempo que llevó su construcción, poco menos de 250 años, prácticamente todos los principales arquitectos, pintores, escultores, doradores y demás artistas plásticos del virreinato trabajaron en algún momento en la edificación del recinto.
Esa es también la razón por la que se integraran en ella los diversos estilos arquitectónicos que estuvieron vigentes y en boga en esos siglos: gótico, barroco, churrigueresco, neoclásico, entre otros. Igual ocurre con los ornamentos, pinturas, esculturas y mobiliario en el interior.
A través de su larga historia, y la influencia de la iglesia católica en la vida pública, el templo se entrelazó con acontecimientos de trascendencia histórica para las sociedades de la Nueva España y del México independiente.
Allí fue coronado el 21 de julio de 1822 Agustín de Iturbide (1783-1824) como emperador de México, también fue sepultura hasta 1925 de varios de los próceres de la independencia como Miguel Hidalgo (1753-1811) y José María Morelos (1765-1815).
Resultó además el escenario para la coronación de Maximiliano de Habsburgo (1832-1867) y su esposa Carlota Amalia como emperadores de México, amén de recibir recientemente a los Papas Juan Pablo II (26 de enero de 1979) y Francisco (13 de febrero de 2016), y ser partícipe de los festejos del bicentenario de la independencia, entre otros acontecimientos.
La catedral presenta cuatro fachadas en las que se abren portadas flanqueadas por columnas y estatuas.
Cuenta con cinco naves que se componen de 51 bóvedas, 74 arcos y 40 columnas; Hay dos torres-campanario (de 64 y 67 metros de altura) que contienen actualmente 35 campanas y que deberán ser apuntaladas y restauradas.
Al interior del templo destacan dos grandes altares, la sacristía y el coro, además de 16 capillas dedicadas a diferentes santos, cuya construcción fue patrocinada por hermandades religiosas. Las capillas están ricamente adornadas con altares, retablos, pinturas, muebles y esculturas.
En el coro catedralicio se encuentran dos de los órganos dieciochescos más grandes del continente.
Bajo el edificio hay una cripta en la que reposan los restos de algunos arzobispos de México. Junto a la catedral se encuentra el sagrario, en cuyo interior se ubica el baptisterio.
LA RESTAURACIÓN
La Esperanza cayó el 19 de septiembre, aunque ello no fue el único daño patrimonial. Las esculturas de La Fe y La Caridad sobrevivieron pero quedaron frágiles tras el terremoto. Las tres son de cantera y de la mano del escultor Manuel Tolsá.
Pronto habrá adjunta a la Catedral una grúa hidráulica con capacidad para remover a La Fe y la Caridad, cada una de ellas con un peso de 3.5 toneladas.
La Dirección General de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural de la Secretaría de Cultura y el INAH, en colaboración con la empresa CAV Diseño e Ingeniería S.A de C.V., han trabajado en las últimas semanas en la planeación de esta maniobra para poner a salvo las dos esculturas.
Según el arquitecto Raúl Delgado, director de Sitios y Monumentos, ello forma parte de los trabajos de emergencia que se llevan a cabo en el recinto histórico.
El retiro de las obras será un proceso delicado, que implicará diversas etapas, como montar una tarima provisional en el remate de la fachada y envolver las piezas de cantera que presentan desprendimientos, fisuras y erosión en su superficie.
«Vamos a hacer una especie de red, como si les pusiéramos un corsé, unas bandas de fibras de poliéster y de carbono para envolverlas, que no se lastimen y que estén seguras al bajarlas», detalló a la prensa.
Luego de ser protegidas, las esculturas serán removidas con la grúa que será colocada a 30 metros de la fachada de la Catedral, es decir, sobre la avenida, para evitar daños en los vestigios arqueológicos e históricos que yacen en el atrio.
Una vez retiradas, estas esculturas, que representan las virtudes teologales, serán resguardadas en la Curia de la Catedral Metropolitana, donde ahora está, partida en dos tres pedazos, la Esperanza. Las tres piezas serán restauradas por especialistas del INAH y, según ha dicho la dependencia, serán sustituidas por réplicas.