Por Roberto Castellanos
Nueva Delhi, (PL) Considerado el icono por excelencia de la arquitectura india, el afamado Taj Mahal volvió al primer plano nacional tras los ataques de la derecha hindú, acusada de intentar reescribir la historia y de imponer su visión conservadora.
Visitado por millones de personas cada año, el famoso complejo se convirtió en el último capítulo de una disputa entre el Bharatiya Janata Party (BJP) y la oposición, muy crítica de las posturas de la formación que encabeza el gobierno.
Construido por orden del emperador Shah Jahan entre 1631 y 1653 en homenaje a su esposa favorita, Arjumand Bano Begum, ese monumento es la obra cumbre del arte mogol, una dinastía musulmana que gobernó gran parte de este país.
El nuevo debate surgió a raíz de las declaraciones del ministro principal del norteño estado de Uttar Pradesh, Yogi Adityanath, quien consideró que el complejo no forma parte de la cultura india.
Miembro del BJP, Adityanath se encuentra en la mira de sectores opositores, desde la izquierda hasta intelectuales, por sus posturas ultranacionalistas hindúes.
Ubicada en la ciudad de Agra, esa majestuosa obra fue construida por artesanos indios con materias primas del país, respondió el reputado historiador R. Nath (Ram Nath).
«Sin leer literatura disponible sobre el tema y revisar documentos históricos, ¿Cómo puede decir que el Taj Mahal no forma parte de la cultura india?», preguntó.
Pero el asunto escaló en agosto, cuando el gobierno de Uttar Pradesh dejó fuera al complejo de la lista de sitios turísticos del territorio.
La decisión copó amplios espacios de la prensa nacional y provocó una ola de críticas. Para las personas de todo el mundo, es uno de los lugares más importantes de la India, pero él (Adityanath) es un ignorante de la historia y de su importancia, señaló Brinda Karat, dirigente del Partido Comunista de la India-Marxista (CPI-M).
«Como indio, estoy orgulloso de nuestra rica herencia y del Taj Mahal que la simboliza. Kerala saluda al Taj Mahal que inspira a millones» de personas, respondió, por su parte, Kadakampally Surendran, el titular de turismo del suroccidental estado, gobernado por los comunistas.
Sin embargo, el legislador estadual del BJP Sangeet Som fue más allá al considerar al Taj Mahal como una mancha en la cultura y la historia nacional.
Fue erigido por «los mogoles (musulmanes) que querían acabar con los hindúes», enfatizó.
«Puede decirnos el movimiento Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS) que ha construido que pueda ayudar al turismo en la India», ironizó en respuesta el comediante Kunal Kamra.
El RSS es considerado el mentor ideológico del BJP, con quien comparte un pensamiento de derecha y ultraconservador en defensa del hinduismo.
Ante el aluvión de cuestionamientos, P.V. Narasimha Rao, vocero del BJP, minimizó los comentarios de su colega de partido al afirmar que sus miembros pueden tener cualquier opinión sobre el tema.
No obstante, atacó a la dinastía mogola al señalar que «ese período solo puede describirse como explotador, bárbaro y de intolerancia incomparable que dañó inmensamente la civilización y las tradiciones indias».
Por su parte, Yogi intentó minimizar los daños políticos al destacar que el Taj Mahal es parte del patrimonio nacional y luego lo visitó.
«No importan cuando o quien lo construyó (…) Fue hecho con el sudor y la sangre» de indios, apuntó.
También el gobierno central se desmarcó de esa postura a través del ministro de Turismo, Alphons Kannanthanam, quien expresó que el Taj Mahal es un «orgullo de la India» y un lugar muy visitado tanto por nacionales como por extranjeros.
Con la caja de Pandora abierta, el parlamentario Vinay Katiyar respaldó la tesis de Som y aseguró que el complejo es en realidad un templo hindú, una hipótesis rechazada por la mayoría de los historiadores y el Servicio Arqueológico Nacional.
Subramanian Swamy, dirigente del BJP, se sumó a esa corriente al sugerir que el Taj Mahal fue levantado en una propiedad robada a los marajás de Jaipur.
Swamy reveló que posee documentos, según los cuales en la zona había un templo hindú.
Mientras su colega de partido y ministro principal del estado de Haryana, Anil Vij, calificó de «hermoso cementerio» al sitio del Patrimonio Mundial de la Unesco.
Para el CPI-M, las declaraciones de esos dirigentes del BJP muestran su «mentalidad comunal medieval».
Nada ejemplifica el proyecto de reescribir la historia nacional que su intento de denigrar el Taj Mahal, considerado uno de los edificios más bellos del mundo, denunció en un editorial People’s Democracy, órgano oficial del CPI-M.
El BJP intenta «retratar todo lo que vaya contra la corriente de una `gloriosa historia hindú´ como el mal, que merece ser oscurecido (…) La denigración del Taj Mahal es un ejemplo sorprendente de esta visión pervertida e intolerante del mundo», criticó la publicación.
Recientemente el Servicio Arqueológico Nacional rechazó la visión de la derecha nacionalista al destacar que el lugar es una tumba musulmana y no un templo hindú.
El organismo respondió así a una pregunta de un tribunal que analiza una querella presentada por un grupo de hindúes, quienes aseguran que el sitio fue originalmente un templo dedicado al dios Shiva.