Es cuestión de escogerlos antes

Guillermo Robles Ramírez
Por Guillermo Robles Ramírez

Cuando era niño una de las imágenes que más admiraba después del “Llanero Solitario”, era la del policía. Posiblemente porque en aquel entonces tanto en la televisión, como en casa se nos enseñaba que el bien siempre estaba sobre el mal.

Recuerdo bien que entre mis amigos de la infancia no faltaba la fantasía de cuando fuéramos adultos no había quien dijera: “cuando yo sea grande quiero ser doctor…yo bombero… y yo carpintero”; entre todas las figuras dentro de una sociedad a parte de figurar los mencionados también el de maestro, enfermera, y hasta el de albañil.

Pero todos esos sueños se ven con otra óptica en la medida que se crece para llegar a la edad madura o bien en la adolescencia y tristemente te das cuenta que se ven esfumados como aquella vieja creencia de Santa Claus no existe.

Todo eso gracias los medios comunicación, pero sobre todo a las redes sociales en donde realidad está muy distante a lo que uno solía creer en la infancia; en particular la del policía.

La figura del policía no tiene mucho tiempo de existencia en el país. No fue hasta después de la independencia en el año 1822 que se legisló sobre la organización denominada “Policía de Seguridad”.

Pero no fue hasta seis años después que se expidió un reglamento según el Artículo 12 en donde se establecía: ”… para la conservación del orden, se nombrará el vigilante y cuatro vecinos de cada calle de la manzana, para que ronden y cuiden diariamente aquello, alternándose entre el día y la noche de manera que no falten en ella, y se fijará en las esquinas cada ocho días la lista de los individuos a quienes les corresponde la ronda de la semana, expresándose el día que a cada uno le toca para el conocimiento de los vecinos y que puedan en caso necesario, demandar el auxilio de aquellos”.

Después de leerse lo anterior suena como toda una falacia contra la realidad en donde con el transcurrir los años, se hemos sido testigos que nada de lo dicho es cierto y en donde las autoridades se han visto a la necesidad de crear reglas para evitar la corrupción dentro de los cuerpos policiacos municipales.

En la actualidad estos servidores públicos que presumen de cuidar la ciudad y velar los intereses de los ciudadanos, tal pareciera todo lo contrario en donde solamente buscan el cuidar sus propios intereses; olvidándose del pilar de las sus enmiendas para ser un buen policía.

Todos los policías del país se quejan que la ciudadanía no los respeta como autoridad, pero la verdad es que la mayoría de ellos no se dan a respetar ante la sociedad convirtiéndose hasta en ladrones con licencia, porque usan sus placas de policía para delinquir, extorsionar y muchos de ellos hasta servidores del crimen organizado.

Lo más absurdo de todo es que los mismos cuerpos policiacos tanto policías como autoridades de tránsito, participan en la obstrucción y fechorías de los criminales sino también de aquellos dedicados al robo común, es decir, al raterillo que asaltan a los comerciantes.

Va ser una difícil tarea para que los cuerpos de seguridad en particular los policías vuelvan a ganarse la confianza de la sociedad, porque por desgracia las malas actuaciones de muchos han manchado la imagen de los pocos policías buenos que en verdad tiene vocación y ahora solamente se ve las academias policías como un instrumento o medio para ganarse la vida no solamente con el sueldo sino de otras maneras ilícitas o no tan honestas.

Una de las mejores maneras de erradicar este problema, no es con la implementación de los exámenes de confianza posterior a la graduación futuras generaciones de la academia sino todo tiene que ser antes, mediante la contratación de empresas privadas dedicadas a selección de personal con exámenes previas a la admisión a las academias policiacas. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org

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