Washington (PL) La coronación de un inédito rey resultó elemento distintivo de la Serie Mundial correspondiente a la campaña 2017 de las Grandes Ligas de béisbol estadounidense (MLB), cuyo desarrollo estuvo lleno de emociones desde el primero al séptimo juego.
Amantes del deporte de las bolas, los strikes y los jonrones guardaron para siempre en su memoria los partidos dos y cinco de este Clásico de Otoño, que tuvo como vencedor a Astros de Houston.
Por primera vez en su historia, iniciada en 1962 con el nombre de Colts .45s, el conjunto texano se ciñó la corona del Big Show, a pesar de los numerosos pronósticos que señalaban a su rival, Dodgers de Los Ángeles, como favorito a lograr el título.
Sin embargo, la novena de California, máxima ganadora de la etapa regular con 104 éxitos y titular del viejo circuito, fue incapaz de hacer realidad su sueño de alcanzar la gloria por sexta vez después de la mudanza desde el neoyorkino condado de Brooklyn en octubre de 1957.
Al menos, el equipo de la segunda ciudad norteamericana más poblada tendrá que esperar 30 años para obtener el trono, conseguido por última ocasión en 1988 cuando derrotó a Atléticos de Oakland en cinco choques.
La porfía por el trofeo de campeón, la número 39 que llegó al límite en sus 113 ediciones, tuvo tres empates, la mayor cantidad posible, y dos extrainnings para probar miocardios, en los cuales salió victorioso el flamante rey.
El elenco del mánager Dave Roberts, a juicio de muchos errático en varias de sus decisiones, se impuso con sendos marcadores de 3-1 en el primer y sexto choque, y 6-2 en el cuarto.
Por su parte, el contrario, en cuyo centro de la alineación estuvieron el venezolano José Altuve, el puertorriqueño Carlos Correa y el cubano Yulieski Gurriel, sumó éxitos de 7-6, 5-3, 13-12 y 5-1 en el segundo, el tercero, el quinto y el séptimo desafío.
Ambos equipos apelaron a la ofensiva de larga distancia y de forma colectiva lograron 25 cuadrangulares, récord para esta etapa, que celebró su versión inicial en 1903.
Dicha cantidad superó en cuatro bambinazos la mejor marca previa, impuesta por Angelinos de Los Ángeles y Gigantes de San Francisco hace tres lustros.
Convencidos de la importancia de salir delante en «el partido de todo o nada» como visitadores en el Dodger Stadium, «los siderales» anotaron par de carreras en el episodio de apertura.
Entonces, combinaron un doblete de George Springer, error en tiro del inicialista Cody Bellinger tras roletazo de Alex Bregman, quien llegó a segunda y después robó tercera, y otra conexión por primera de Altuve, que sirvió para impulsar.
A la postre, esas anotaciones fueron decisivas pues «los esquivadores» solo pisaron el home una vez en la sexta entrada cuando ligaron un boleto y dos imparables, el empujador a la cuenta de Andre Ethier.
Previo a ese momento, el juego marchaba 5-0 pues en su segunda oportunidad ofensiva los visitantes produjeron tres carreras, la primera por boleto a Brian McCann, doble del venezolano Marwin González, y roletazo propulsor de Lance McCullers Jr., pitcher abridor de los campeones.
Seguidamente, Springer, proclamado el Jugador Más Valioso de la Serie Mundial, disparó jonrón, su quinto de esta etapa, y enmudeció a la mayoría de los 56 mil espectadores en el graderío.
Con esa cantidad de vuelacercas, el primer bate y jardinero central y derecho igualó el mejor total de tales batazos para dicha instancia, alcanzado por el legendario Reggie Jackson y Chase Utley, en 1977 y 2009, respectivamente.
Sin embargo, nadie hasta ahora logró lo que él pudo: sacar del terreno la esférica durante cuatro encuentros al hilo y sumar ocho extrabases para dejar atrás los siete de Willie Stargell, conseguidos en 1979.
Además de los batazos de vuelta entera, Springer, de 28 años de edad, conectó tres dobles, impulsó siete carreras, anotó ocho, y tuvo un promedio ofensivo de .379.
El último jonrón del número cuatro de «los anaranjados» fue el 15 de su equipo y sirvió para superar los imbatibles 14 de Gigantes desde 2002.
Todas las anotaciones de Astros en el séptimo juego fueron a la cuenta del abridor japonés Yu Darvish, incapaz de sacar los primeros seis outs de sus contrincantes como mismo le sucedió en su presentación anterior.
Solamente a otro lanzador, Art Ditmar, le resultó imposible terminar el segundo episodio en par de ocasiones cuando inició por Yankees de Nueva York el primer y el quinto partido de la Serie Mundial de 1960 contra Piratas de Pittsburgh, campeones aquel año.
Después del nipón, dueño de la mitad de las cuatro derrotas de su club, trabajaron Brandon Morrow, Clayton Kershaw, el curazoleño Kenley Jansen y Alex Wood, pero ya los dirigidos por A.J. Hinch habían hecho demasiados estragos.
Morrow sobresalió como el segundo pitcher, después de Darold Knowles, de Atléticos, en enfrentar al menos un bateador en los siete encuentros de una misma Serie Mundial.
Darvish y McCullers Jr. se combinaron para lanzar cuatro episodios, en la que representa la menor cantidad de innings laborados de esa forma en un encuentro decisivo del Clásico de Otoño. Estadísticas oficiales también indican que el récord previo fue de cinco capítulos en 1947 entre Hal Gregg y Spec Shea, y en 2014 a la hoja de servicios de Tim Hudson y Jeremy Guthrie.
McCullers Jr. propinó pelotazos a bateadores de Dodgers en cuatro ocasiones para imponer una nueva marca que sufrieron Justin Turner, en dos ocasiones, el cubano Yasiel Puig y el puertorriqueño Enrique Hernández.
Tal cantidad de bolazos, inferior al número de incogibles permitidos (tres), resulta la mayor rubricada por cualquier serpentinero en un desafío de postemporada.
Finalmente, Charlie Morton, se anotó el crucial triunfo como cuarto y último relevista de la banda de Texas, que también utilizó a Brad Peacock, el dominicano Francisco Liriano y Chris Devenski.
Ahora, los conjuntos de la Liga Americana exhiben 65 diademas, y habrá que esperar al final de «la lejana» campaña de 2018 para saber si aumentaron esa cifra o permitieron a los rivales acercarse más al medio centenar de cetros.
Astros de Houston, inédito rey de la Serie Mundial
Por Diony Sanabia