Manila, 12 nov (PL) La Cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), inaugurada hoy en esta capital, tendrá entre sus temas cardinales uno que a mediano plazo podría cuajar en la mayor área de libre comercio del planeta.
Si las negociaciones en curso tiene un fin lógico, la Asociación Económica Integral Regional (RCEP) concentrará a 16 naciones, a la mitad de la población mundial y casi a la tercera parte del Producto Interno Bruto global.
De un lado estarán los 10 Estados miembros de la Asean (Brunéi, Cambodia Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam, y del otro, China, Corea del Sur, Australia, India, Japón y Nueva Zelanda.
La lista impresiona, pues ahí están varias de las más importantes economías del planeta y un mercado con más de tres mil 500 millones de consumidores.
Para negociar con esa suerte de mega-bloque habrá que plantarse bien firme, pues su pujanza económica le concederá una fuerte capacidad de regateo y de solidez frente a eventuales intentos de presión por parte de cualquier potencia o de otros pactos regionales de integración.
Según las últimas estadísticas del Banco Mundial, la economía de Estados Unidos sigue siendo la mayor del planeta con un valor de 18 millones de millones de dólares, casi la cuarta parte del total mundial (24,3 por ciento).
Detrás están dos firmantes de la RCEP: China (11 millones de millones de dólares, el 14,8 por ciento de la economía mundial), y Japón (4,4 millones de millones de dólares, casi el seis por ciento del PIB global).
Tres países europeos ocupan los tres lugares siguientes: Alemania (3,3 millones de millones); Reino Unido (2,9) y Francia (2,4).
Otro afiliado a la RCEP, la India, es séptima (dos millones de millones de dólares), mientras completan el lista de 10 Italia (1,8), Brasil (casi 1.8) y Canadá (1,5).
La economía de Estados Unidos supera a las que van del tercer puesto al décimo juntas, pero según las proyecciones de las principales instituciones estudiosas de la economía mundial, eso no ocurrirá por mucho tiempo, ni China va a ser segunda siempre.
El dragón asiático lleva un ritmo de crecimiento que a la corta o la larga le permitirá alcanzar a la hoy primera potencia mundial. En el 2016, por ejemplo, el PIB chino se expandió 6,7 por ciento, y el estadounidense solo lo hizo al 1,6 por ciento.
Otro que lleva un impresionante ritmo de crecimiento es el elefante indio, con altas cotas en los últimos años y un 6,6 por ciento en el 2016.
También en términos regionales las tendencias a mediano y largo plazo favorecen a Asia, con una creciente participación en la economía mundial al representar ya poco más de un tercio (33,84 por ciento) del PIB mundial.
La economía conjunta de América del Norte solo representa el 27,95 por ciento, y la de Europa, el 21,37 por ciento.
No pocos estudios pronostican que hacia el 2030 la economía china sobrepasará a la estadounidense y cuidado con la India, mientras la de Indonesia pudiera pasar al cuarto lugar.
En el nuevo escenario configurado por el acelerado crecimiento de las economías emergentes, el Reino Unido a duras penas se mantendría entre las 10 primeras, y Francia e Italia saldrían del listado, acosadas por naciones como México, Turquía y Vietnam.
Diseñada y rubricada hace más de cinco años, la Asociación Económica Integral Regional apenas ha dado sus primeros pasos y si se le comparara con un ser humano, podría decirse que ya gatea y le salieron los primeros dientes de leche.
Pero crece mucho más rápido que una persona.
Hace poco, en Manila, los ministros de Economía de las naciones adscriptas le dieron un apreciable impulso al salvar en primera instancia algunos obstáculos e identificar otros de mayor complejidad, pero de factible solución porque detrás del empeño hay voluntad política y económica.
En una declaración-resumen de la reunión, el secretario de Comercio de Filipinas, Ramón López, indicó que los funcionarios resolvieron «algunos asuntos claves que retrasan las negociaciones» y buscaron «opciones flexibles» para consolidar la RCEP.
Reconoció, empero, que si bien el propósito de los ministros era definir los elementos claves de la Asociación y llegar a «resultados importantes» antes de fin de año, las tentativas aún tomarán algún tiempo debido a diferencias sobre la cuantía o la eliminación de los aranceles y la apertura de los servicios.
La RCEP está diseñada para cubrir el comercio de productos y servicios, inversiones, la cooperación económica y técnica, los derechos de la propiedad intelectual, la política de competición, y la resolución de disputas, entre otros.
Considerado una excelente plataforma para que la región negocie con otros bloques regionales, el megaproyecto eliminará alrededor del 80 por ciento de las barreras arancelarias, es decir, de ocho a nueve mil tipos de impuestos. Los integrantes de la Asean tienen previsto incluso llevar esa tasa al 92 por ciento.
Dentro de Asia, un elemento sin dudas catalizador del tratado lo será sin dudas la iniciativa china de la Franja y la Ruta.
Hace poco, al celebrarse en Hanoi III Reunión Ministerial entre Periodos de Sesiones de la RCEP, el ministro de Comercio de China, Zhong Shan, subrayó que la asociación está comprometida con un TLC moderno, integral, de alta calidad y mutuamente beneficioso, en línea con el espíritu de la Ruta de la Seda.
A la búsqueda de dividendos económicos por encima de cualquier otra consideración, la RCEP planea dotarse de ciertas patentes que de seguro le atraerán no pocas críticas, como la no obligatoriedad de los miembros a cumplir regulaciones sobre la protección de los derechos laborales y la conservación del medio ambiente.
Pero esa es otra historia. La de ahora, puesta sobre el tapete en la Cumbre de Manila, trata sobre la inminente conformación de un mega-bloque que irrumpe en el escenario económico mundial con impresionante fuerza.
La Cumbre de la Asean y el posible mayor TLC del planeta
Por Alberto Salazar Gutierrez