El día martes de esta semana en Jalisco hubo una marca de aproximadamente de 200 personas que se manifestaron pacíficamente para recorrer las calles de Guadalajara desde Chapultepec al Centro tapatío con la intención de hacer conciencia sobre la discapacidad del oído.
Y es que cuando escuchamos hablar de la gente con capacidades diferentes o discapacitados por lo general lo primero que viene a la mente es de una persona imposibilitada de caminar; de alguien que requiere una silla de rueda.
Resulta hasta cierto punto normal el concepto generalizado por la población cuando se toca el tema de discapacidad; dada las circunstancias que lo vemos habitualmente en muchas partes en especial en los lugares para estacionamiento vehicular el símbolo para indicarnos que es exclusivo para esas personas que tienen un problema de nacimiento o por alguna razón ya sea accidental o enfermedad perdieron la habilidad de poder caminar.
No obstante, para el mundo de los silentes son los menos comprendidos y atendidos, pero para ellos su vida tampoco es nada fácil. Para poderse imaginar el mundo de los sordos intente usted de ubicarse en su contexto actual, pero sin haber escuchado nunca ningún sonido.
Usted como siempre tendrá necesidad de comunicarse con las demás personas, recurriendo a su memoria auditiva y así mucho de lo que lee lo entiende por lo que ha oído antes.
Pero si nunca hubiese oído ningún sonido le resultaría difícil e incluso frustrante aprender un código escrito.
Así es la realidad de los sordos, se ven obligados a aprender una lectoescritura de sonidos o conceptos que nunca han oído.
Ante la necesidad, los sordos han desarrollado su propia forma de expresarse, la lengua de señas que adopta modalidades diferentes en cada país. Padres de niños sordos aseguran que las primeras señas de sus hijos para comunicarse con ellos se dieron antes de cumplir el primer año de edad.
Así en México se cuenta con la lengua de Señas Mexicana (LSM), que permite que los sordos reciban la instrucción elemental, e incluso algunos han alcanzado la instrucción universitaria, mediante un esfuerzo extraordinario para lograr leer los labios del hablante.
Aunque hay quien piensa que esto es fácil, la realidad es que sumamente difícil lograr leer los labios de otras personas y en muchas ocasiones hay una lectura que no es completa.
Esa es la realidad de más de 700 mil sordos que habitan en el país, independientemente de los millones de habitantes que padecen problemas severos de auditiva y lenguaje.
Injustamente se les considera también mudos sin serlo, cada día son más los padres y familias, así como personas de la comunidad que aprenden el lenguaje a señas, que data a más de doscientos años atrás teniendo origen en Francia y Estados Unidos adoptándolo posteriormente otros países del mundo.
Pese a que existe un problema con cifras altas son pocas las escuelas primarias especializadas en niños con capacidades diferentes y escuelas secundarias donde se atienden a jóvenes con necesidades singulares, pero ninguna con recursos de la federación o estatales.
En el país sigue sin éxito la aprobación de una ley que reconozca la lengua de señas como una lengua oficial, aunque existen algunas leyes aprobadas sobre los derechos de las personas con discapacidad, y aun así existe en México, 7.9 millones de discapacitados que requieren igualdad; pero la de los sordos está siendo ignorada en su totalidad.
A las autoridades de todos los niveles, incluyendo legisladores y diputados en México se les olvida que el ser humano tiene necesidades de ser comprendido en todas sus áreas de discapacidades dejando a los sordos envueltos en su mundo silente y la mayor parte de los mexicanos al ver un sordo, sienten que están frente a una persona incapaz, ocultando con ello la verdadera capacidad de la persona sorda.
En el 2001 se le fue entregado al entonces presidente Vicente Fox una propuesta para que fuera obligatorio enseñar el lenguaje a señas en escuelas especializadas en las principales ciudades del país, así mismo como a un familiar e incluir en las oficinas públicas una persona que pudiera interpretar el lenguaje a señas para los sordos. De ahí no trascendió quedándose nada más en puro tintero y una propuesta más olvidada en el mundo del silencio, en donde ahora sí literalmente aplican el refrán “a palabras necias, oídos sordos”. (Premio Estatal de Periodismo 2011 y 2013) www.intersip.org