*Sueño Invernal
*Terrible Olvido
Por Rafael Loret de Mola
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Amanecimos y no había barricadas alrededor de Los Pinos ni se vendían drogas en las secundarias –incluso también en algunas primarias-, y la policía era la institución más respetada por la ciudadanía. No había evasores fiscales porque, claro, la ciudadanía confiaba plenamente en la buena administración y destino de sus impuestos más allá de las mareas intermitentes de la política. No había incluso de habilitar, en la Carta Superior, el término corrupción como el ponzoñoso virus que destruye y carcome por dentro al sistema político mexicano. Ya ni siquiera se discutía sobre la autenticidad del indio Juan Diego, cuyas visiones de la Guadalupana fueron puntos de identidad para la naciente nación mexicana, y nadie hacía del fervor popular arma proselitista para intentar conservar el poder. ¿Se acuerdan de los fox?
Era un día despejado, sin turbulencias en el paisaje y sin agobios por la inminencia de los huracanes financieros críticos. Vivíamos bien, tan estupendamente, que el Metro ya no era materia de demagógico subsidio porque, sencillamente, el poder adquisitivo general lo posibilitaba. (En Madrid, por ejemplo, se presume tener el Metro más económico del mundo; cada viaje cuesta un euro y medio, algo así como veintisiete pesos. ¿Sabrán que allende el mar existe un país, México, donde sólo se cobra cinco pesos por el servicio y aún así no alcanza para cubrir los satisfactores básicos y un entorno, más o menos, digno y saludable?).
Pero este día, en fin. Todos contaban con empleo digno lo que hacía innecesaria las manifestaciones –de acuerdo a la estadística oficial hay veintiún movimientos sociales, entre marchas y plantones, cada día en el Distrito Federal, según nos confió Manuel Mondragón y Kalb, cuando era responsable de la seguridad pública metropolitana; y aseguraba a los legisladores un ingreso compatible con “la digna medianía” en donde situó el Benemérito Juárez a los servidores públicos dentro de la tabla de salarios. No cobraban los Ministros de la Corte casi 600 mil pesos ni los legisladores viajaban más que como lo hacía, en sueños, Julio Verne. (Apunte el dato el señor enrique peña nieto para tomarlo en cuenta en futuras interpretaciones maliciosas destinadas a provocarle resbalones).
Gozábamos, en fin, de libertad plena. No temíamos por los asechanzas del norte, en donde no pocos están listos ya a inventarse una “cooperación” bilateral, ni las de ultra mar, con los bancos haciendo el papel de los históricos corceles de Cortés que hicieron caer a los pobladores de Mesoamérica en las leyendas apocalípticas que en 2012 volvieron a encenderse. Si todo habrá de terminar en un futuro cercano, ¿para qué preocuparnos por la vulnerabilidad política del PAN, la improvisación mediática del PRI y la incongruencia extrema del PRD? En todo caso, sólo padeceríamos al vencedor de las justas comiciales de julio de 2018…por si llegamos a enero y cubrimos el semestre. Faltan unos cuantos días. No vale la pena angustiarse tanto por ello.
Si caemos en el garlito, no habrá nada que contar, ni siquiera la asunción del nuevo mandatario en plenitud de encontradas mediocridades. Porque, como bien sabemos, hace mucho, mucho tiempo, las mejores mujeres y los mejores hombres del país dejaron de incorporarse a los servicios públicos no sólo decepcionados de la política sino también estresados por las mil y una trabas impuestas para el cumplimiento de las funciones propias del poder. Y ni con eso hemos sido capaces de arrinconar a la corrupción; al contrario, ésta se ha hecho más grande gracias a las fórmulas que crean entresijos entre los poderes públicos, financieros y mafiosos con los mexicanos convertidos en rehenes.
Pero hoy, de nada debemos preocuparnos. El sol brilla muy arriba, lo que no es insinuación alguna en pro de alguno de los partidos, en todo caso el referente sería para exaltar los valores vocales de “Luismi”, como le llaman en las revistas del corazón creadoras de la nueva aristocracia mexicana, aunque su decadencia, la del artista, haya llegado. Por fortuna, para nosotros, la música que escuchamos son cantos fervorosos y no cursis muletillas de desalmados compositores que, por el momento, están muy ocupados preparando sus galas de fin de año con descorches y todo. La crisis no nos restará alegría, faltaría más.
La Anécdota
Alguna vez, con referencia a una larga estadía a la que me vi obligado en España, resalté un hecho singular: en México se toma para olvidar; y allá, se bebe para recordar. La diferencia es abismal entre quienes pueden darse el lujo de emborracharse la última noche del año sin agobiarse por la dura cuesta de enero. Bueno, eso era antes de que les cayera encima el gallego impresentable Rajoy; porque desde el 2012, también los adelantados ibéricos dejaron de consumir su célebre jamón porque las mejores partidas se las llevaron los chinos, buenos pagadores y excepcionales consumidores.
En fin, imaginé que hoy estaríamos los mexicanos en igualdad de condiciones aun cuando tanto se quejen los españoles por el perdido poder adquisitivo: para fortuna de ellos, muchos de sus consorcios principales ya le hincaron el diente a los mexicanos y estarán compensados por ello. Así es la vida entre conquistadores y supuestos y estigmatizados conquistados. ¿Cuándo seremos capaces de trocar los papeles? ¿Cuándo PEMEX, al fin, pueda recuperar los precios del crudo mexicano y volver a atraer a los afanosos contratistas convenencieros? Puras quimeras para comenzar a cerrar el año del desastre… y el que viene.
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E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com
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