Por Ana León
En 2016 el documental Safari, del vienés Ulrich Seidl (Viena, 1952), que aborda el tema del turismo de caza de animales salvajes en África, se presentaba en Venecia fuera de competencia. En aquellos días el filme fue bien recibido por la crítica por la forma en que, libre de prejuicios, el cineasta se acercó a los cazadores teutones con auténtica fascinación.
En esta entrega que llegó a las salas de cine de la Ciudad de México, el director de la trilogía Paraíso (2012-2013) no sólo aborda la práctica de matar en vacaciones o se adentra en la mente de aquellos que han hecho de este sangriento y repulsivo deporte una actividad familiar; libre de prejuicios, el documental de Seidl va más allá de eso: se adentra en la naturaleza humana, en lo grotesco de ésta.
La cámara de Seidl observa, explora y deja que el espectador elabore sus propias conclusiones sobre la fascinación humana que crea matar por placer, actividad que está permitida y es promovida como actividad turística en países como Zimbabue, Sudáfrica, Botsuana, Namibia y Tanzania donde el precio por matar un impala es de 245 euros, 615 euros se cobran por la vida de un ñu, la de un león, en cambio, alcanza los 50 mil euros.
Llama la atención que Seidl logra el testimonio de amantes de la caza, pero no de magnates, sino de occidentales promedio que le permiten entrar a ese espacio de dramáticos rituales y de lo grotesco, donde la vida animal es clasificada y eliminada como forma de placer casi sexual.
Fuente: N22