Washington, 21 dic (PL) La reforma fiscal ya alcanzó el éxito en el Congreso estadounidense y solo espera la firma del presidente Donald Trump para estar lista, pero la polémica en torno a ella sigue vigente hoy en el país.
Los republicanos la defienden como una medida extraordinaria que traerá mayor crecimiento económico; los demócratas la atacan por considerarla un beneficio para los más ricos y un asalto al resto de los ciudadanos, que aumentará la desigualdad en lugar de disminuirla.
En sentido general, la medida se trata de la mayor modificación del sistema fiscal norteamericano desde 1986, y se centra en recortar los impuestos corporativos e individuales, eliminar numerosas deducciones y establecer un nuevo mecanismo de tributación internacional.
«Comenzarán a ver los resultados en febrero. Este proyecto de ley significa más dinero para llevar a casa. Será un increíble regalo de Navidad para los trabajadores estadounidenses. Dije que quería hacerlo antes de Navidad. Lo conseguimos», expresó ayer Trump al celebrar la victoria legislativa.
Una rebaja de impuestos suele resultar muy atractiva y bien recibida entre los ciudadanos, aunque la popularidad de este plan se muestra baja -según una reciente encuesta de CNN, solo un 33 por ciento de los estadounidenses la apoya y el 55 por ciento la rechaza.
Sin embargo, los miembros del partido rojo aseguran que es la vía de impulsar la creación de empleos, aumentar la competitividad del país y regresar a la gente el dinero que les pertenece.
Entre las principales preocupaciones con respecto a la legislación se encuentran los estimados de que provocará un importante ascenso de la deuda del país.
Ante esa crítica, Trump y el liderazgo de la formación roja responden que la ley tributaria se «pagará a sí misma», al plantear la teoría de que, con tasas corporativas más bajas, crecerá la economía y la cantidad de dólares a gravar, lo cual compensará los ingresos perdidos por la rebaja fiscal.
Pero fuentes como el diario The Washington Post indicaron que los promotores de la propuesta no han ofrecido ninguna evidencia para respaldar esa afirmación, y varios estudios sobre el tema prevén lo contrario.
El no partidista Comité Conjunto de Impuestos estimó que la normativa aumentará los ingresos en 500 mil millones de dólares, insuficiente para contrarrestar las pérdidas, por lo que el déficit será de un billón (millones de millones).
La iniciativa fiscal recorta los gravámenes de las empresas del 35 por ciento actual a un 21 por ciento, y también rebaja las tasas de la mayoría de las personas.
En el corto plazo, y en correspondencia con lo que prometieron los miembros del partido rojo, serán los individuos quienes sientan más el efecto de las disminuciones de impuestos, algo que pese a malos augurios demócratas, quizás juegue a favor de la fuerza roja.
Pero en el largo plazo esa tendencia se revierte, ya que los beneficios que recibirán los estadounidenses expiran en 2025, a menos que el Congreso realice nuevas votaciones al respecto y decida mantenerlos.
Del otro lado, las rebajas que obtendrán las corporaciones sí serán permanentes, lo cual da a las empresas un estímulo mucho más prolongado.
En este caso, los defensores de la reforma expresan que al tener que pagar menos gravámenes, las compañías podrán crear más empleos y traer beneficios a la economía del país, pero algunos expertos plantean que en otras ocasiones los cambios fiscales no se tradujeron en crecimiento.
Al mismo tiempo, una afirmación muy reiterada por los republicanos es que será la clase media la más favorecida, pero aunque se espera que el 80 por ciento de los norteamericanos paguen menos tributos el año próximo, el Post precisó que son los más ricos quienes recibirán las mayores rebajas.
Los contribuyentes de ingresos medios, apuntó la publicación, verán un cambio promedio de impuestos de menos de mil dólares, mientras que los acaudalados recibirán las mayores exenciones impositivas, pues quienes ganen al año más de 732 mil 800 dólares dejarán de pagar 51 mil 140 en gravámenes.
A todos esos cálculos se suma que 13 millones de personas podrían perder su cobertura médica en la próxima década debido a una disposición que elimina el mandato individual de la ley sanitaria conocida como Obamacare, según previsiones de la Oficina de Presupuesto del Congreso.
Cuando se escriba la historia de este plan impositivo, se recordará a los republicanos en el Congreso por no vacilar nunca en su determinación de dar un recorte de impuesto masivo a las empresas. Es temerario en el mejor de los casos, y engañoso en el peor, manifestó ayer el senador demócrata Cory Booker.
Para su colega independiente Bernie Sanders, en tanto, la medida resulta un robo a plena luz del día y un saqueo al Tesoro Federal; y Elizabeth Warren, otra integrante de la Cámara alta, consideró que se trata de un atraco impositivo que da la espalda al pueblo estadounidense.
Ese tipo de criterios ratifican la fuerte división partidista que permanece en torno a esta cuestión, sobre la base de análisis hechos mayoritariamente a partir de suposiciones y estimados.
Las premisas republicanas se sustenta en optimistas pronósticos económicos que algunas fuentes ven como poco alcanzables; cuando empiecen a llega los efectos concretos de esta medida, el partido confirmará la veracidad de sus proyecciones o pagará el costo político de no cumplir lo prometido.
EE.UU. con reforma fiscal, ¿regalo navideño o atraco?
Por Martha Andrés Román