Inicia un nuevo año que se emprende con gran entusiasmo y enormes retos para las mujeres, retos que si se superan pueden representar un crecimiento sustantivo, en el ámbito de los derechos de las mujeres y en general para todo el país. Ya sea de índole económico o político, por mencionar algunos.
El día 1 del 2018 el periódico Reforma publica los resultados de una encuesta muy significativos: 44 por ciento de las familias mexicanas opinan que este año su economía o su ingreso será menor al obtenido en 2017, sólo un tercio (33 por ciento) espera un ingreso mayor y 19 por ciento igual.
No obstante en la esfera política hay renovadas esperanzas en las elecciones de este año, ya que más de la mitad de las personas encuestadas (56 por ciento) piensan que el nuevo presidente hará un mejor trabajo que el actual. Para el caso de la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México la opinión es que será de la coalición que encabeza Morena.
En el transcurso de este primer semestre ya se verá qué partido o qué candidato incluye el tema de género y de diversidad sexual en su plataforma política, así como el de los Derechos Humanos. Pero después lo más importante será vigilar que las “promesas” se cumplan, construir la transformación tan necesaria del país; algo que no será sólo tarea del sexenio que inicia en este año, sino de varios, pero que se debe empezarse ya.
Un país muy lastimado por el incremento terrible de la violencia contra las mujeres y de la inseguridad y un clima económico muy deteriorado, con desafíos presentes y futuros. Una pobreza creciente y desde luego la enorme desigualdad que caracteriza al México de hoy.
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) indican que entre 2007 y 2016 han sido asesinadas 22 mil 482 mujeres, son casos de feminicidio protegidos por la impunidad. Citando a Rita Segato: “México se Juarizó en términos de la violencia contra las mujeres, cuerpo de Mujer: peligro de muerte” (La escritura del cuerpo de Rita Laura Segato).
En lo económico se convirtió en un país maquilador (también se Juarizó), con todo lo que ello implica, entre otros aspectos muy importantes los salarios más bajos de América Latina y de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Este organismo internacional publicó en diciembre del año pasado un documento titulado: “Hacia un México Más Fuerte e Influyente. Avances y Desafíos de las Reformas”, con los siguientes señalamientos:
“El país tiene la tasa de homicidios más alta de la OCDE, y tan sólo el 46 por ciento de las personas se sienten seguras de caminar solas por la noche, muy inferior al promedio de la OCDE, de 68 por ciento”. Esa inseguridad afecta y ha afectado más a las mujeres.
“La corrupción sigue siendo un problema mayor: más del 60 por ciento de las personas cree que la corrupción gubernamental es generalizada. El mayor foco rojo en México, indica el estudio es la pobreza, pues es dos veces mayor que el promedio de los países de la OCDE. En cinco años, los pobres aumentaron en Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Morelos y el Estado de México”. También este grave problema afecta más a las mujeres
“Y, para reflejar la desigualdad en el país, ilustra: en Nuevo León, la proporción de la población que vive con menos del 50 por ciento del ingreso medio es del 6.8 por ciento, mientras que en Chiapas es el 50 por ciento”.
La inflación es una nueva realidad respecto a 2017 y la depreciación del dólar de nuevo amenaza con crecer y convertirse en un factor de mayor inflación. Según datos del Inegi y para diciembre, la inflación anual es de 6.63. El dólar tiene un precio de 19.68 pesos (periódico El Economista, 1 de enero, 2018), pero en diciembre llegó a costar veinte pesos.
Su precio disminuyo gracias a la intervención de Banco de México (Banxico), que subasto 500 millones de dólares; por cierto subastas que tanto enriquecen a los especuladores de la economía, pero disminuyen las reservas del país.
Aunque parezca increíble hace menos de veinte años (2010), el precio de esta divisa era de 12.39 pesos. Según datos de Banxico –que se ilustran en está gráfica–, el 28 de diciembre de 2016 era de 20.74 pesos y desde 2015 su tendencia es creciente, siempre con efectos en la elevación de los precios, pero no de los salarios.
Hay dos factores internacionales que generan más nubarrones y esta volatilidad del dólar. Uno muy importante es la aprobación de la reforma fiscal de Donald Trump y la otra, también proveniente de este “Presidente y su política”, las dificultades para renovar el Tratado de Libre Comercio (TLC), que por cierto nunca ha tenido los enormes “beneficios” para la población del país.
El grave riesgo es que México termine aceptando todas y cada una de las humillantes e inconvenientes condiciones que pretende imponer Estados Unidos, hipotecando el futuro de varias generaciones.
Por lo que concierne a la dichosa “reforma fiscal”, ésta permite, a partir de este año, bajar la tasa de impuesto a los corporativos del 35 al 21 por ciento. Es muy atractiva para las multinacionales pero no para la clase media o los pobres de Estados Unidos.
Permite una mayor concentración del ingreso porque al reducirse la disponibilidad de recursos fiscales para el Estado también disminuyen los programas sociales. El “supuesto” argumento de Trump y su equipo es que favorece mayores inversiones de las empresas al no pagar impuestos.
Sin embargo, el “club de ricos” de aquel país ya le advirtieron que esos recursos que no pagarán en impuestos los convertirán en ahorros y no en inversión. Esto más el crecimiento del déficit público pueden generar un menor crecimiento de la economía de ese país y por lo consiguiente también de la nuestra, por los altos niveles de dependencia que existen.
Obviamente aquí los Sindicatos patronales como la Coparmex y otras más rápidamente lanzaron sus propuestas de reforma fiscal, en el mismo tenor que la reforma de Estados Unidos: menos impuestos a las empresas (reduciendo el ISR) y generalización del impuesto al consumo (IVA). Su argumento, ser competitivos para atraer la inversión extranjera, el mismo que se utiliza para mantener los salarios miserables.
Y con esto lo que se lograría es que la economía del país se siga yendo a pique como hasta ahora, en beneficio del 10 por ciento de la población, los dueños de México.
Por supuesto que existe la posibilidad de que las inversiones se queden allá y se genere un flujo de capitales financieros, con lo cual se fortalece el dólar y se afecta al peso mexicano. Pero en realidad basta que las empresas extranjeras (inversión extranjera directa) cambien su domicilio fiscal para que paguen menos impuestos.
Significaría un menor ingreso fiscal para la Secretaría de Hacienda y muy probablemente menos recursos para el gasto social. Pero sin duda sería un daño menor al que se lograría con una reforma fiscal como la que se está cocinando en los medios empresariales mexicanos y también en algunos círculos gubernamentales, de este sexenio y del próximo. Claro, si es que gana su candidato.
Finalmente, los factores que están disparando la violencia contra las mujeres, además del de la rampante impunidad, son varios. Citando a la teórica feminista mexicana Marcela Lagarde, el enojo machista tiene que ver con el avance social de las mujeres: en el mercado de trabajo, en política, en los marcos jurídicos, el presupuesto para la equidad de género. Todo en conjunto genera una resonancia fuerte de ira que no tiene contención y se vuelca en las mujeres y se socializa en los medios masivos de comunicación.
Fuente: Cimacnoticias