*Desastre Anunciado
*Títeres del “pato”
Por Rafael Loret de Mola
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No pudo ser peor el inicio del año. Apenas en la primera quincena la asfixia es la definición para apuntar el ánimo de los mexicanos ante la oleada de sangre, carestía y corrupción que se entrelazan con las campañas electorales y dibujan a una clase política ambiciosa, con escaso conocimiento –o ninguno- de la geopolítica nacional y una avidez por la manipulación mayor a la de cualquier otra aristocracia moderna. Porque, para desgracia de quienes producen, el peso de los ociosos millonarios –herederos de fortunas que juegan a la especulación o de cauces políticos con sabor a cacicazgos-, se impone al silencio de una sociedad ultrajada.
La gravedad es mayor cuando sumamos a las entidades sumidas en la violencia y la persecución: Guerrero, Baja California –sobre todo la Tijuana de Jorge Hank-, Chihuahua y el asalto contra Javier Corral Hurtado, Colima, Zacatecas, Nuevo León, Baja California Sur, Yuneslandia, otrora Veracruz, y la Ciudad de México en donde las trifulcas de la izquierda dibujan las ambiciones de sus dirigentes, sean del PRD o Morena.
Desde luego, contra los cálculos oficiales, los índices de pobreza extrema crecen al ritmo de los aumentos a la canasta básica y, sobre todo, a la tortilla y el huevo, alimentos básicos de la mayor parte de los mexicanos. Por allí escuché una discusión entre un indignado consumidor y una marchanta a la que ya no le alcanza para adquirir lo básico:
–¡Vamos a boicotear las tortillas! –exclamó un furioso adulto mayor-.
–No –respondió la mujer angustiada-. El gobierno es nuestro enemigo y, si lo hacemos, nos dejan sin tortillas y pan. ¿Y qué vamos a comer? Tengo hijos, nietos…
Los servidores públicos son vistos como el bando contrario en la guerra por la dignidad y la justicia. Qué tremendamente doloroso. La creencia general sobre la furia de la clase política nubla cualquier análisis ponderado sobre postulantes y partidos en este tremendo 2018 de elecciones federales. Son más quienes insisten en que nadie es confiable y, por ende, preferirían no sufragar pero tienen temor a ser reprimidos por ello –lo cual es bastante incierto y una falacia para cubrirse las espaldas por parte de los operadores extranjeros al servicio de las dirigencias-, e incluso la posibilidad de perder empleos si no se acude a las casillas. De cualquier manera, no habrá legitimidad democrática para quien venza con el 30 por ciento de los votantes con un abstencionismo, además, rayando la mitad del Padrón. Tal es la perspectiva que se ofrece mientras el Instituto Nacional Electoral, y su presidente el racista Lorenzo Córdova Vianello, hace circo, maroma y teatro para asegurar que, “ahora sí” -es decir antes no sucedía-, serán limpios los comicios. No he dejado de reírme.
Y, mientras, siguen cayendo algunos bandidos de la política pero sin que se toque a los grandes. Los intocables son y peña, en este renglón, mintió, por decir lo menos, o fracasó en toda la línea.
La Anécdota
El “anaranjado” de la Casa Blanca quedó en medio del “Fuego y Furia”, el libro de Michael Wolff que desató la rabia de los operadores de la Casa Blanca, confirmando el tenor expuesto en la denuncia previa. Todos están fuera de sí ante la exhibición de los pecados del peor mandatario estadounidense de todos los tiempos, un enajenado mental que puede situarnos, en este mismo 2018, al pie del abismo nuclear por la expansión de sus bravuconerías contra Norcorea, Irak y Siria. A México, al que tanto aborrece, sólo lo mide por la corrupción de sus políticos que posibilitarán expandir los negocios estadounidenses como uno de sus protectorados más.
No hay canciller mexicano reciente –digamos desde el petulante Jorge Castañeda- que pueda salvarse de la ignominia.
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E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com
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