Por Alberto Aranda
Autor de una poesía melancólica, Gérard de Nerval fue un periodista, cronista, poeta y dramaturgo que dejó una obra que superó sus excentricidades. Para homenajearlo, la editorial Textofilia le pidió a José de la Colina que tradujera Las noches de octubre (1852).
Alfredo Núñez Lanz, editor, dice que “Nerval siempre tuvo un espíritu romántico y creo que ese espíritu romántico está impregnado en toda su poesía, desde la parte del simbolismo hasta lecturas alegóricas.” En Las noches de octubre, Nerval adopta la mirada de un viajero que se deja sorprender por los lugares y los personajes del París de noche. En la brevedad de sus relatos se revela el pensamiento crítico sobre la literatura de su época pero, sobre todo, el gran observador que era.
“Un verdadero artífice de la palabra”, explica Núñez, “su precisión en Las noches de octubre es impresionante, para darnos un retrato fidedigno por estos mundos que él va pasando y hacernos una especie de relato o crónica. La precisión de sus palabras es impresionante, no por nada era un gran poeta también, pero como prosista hace unas preguntas bastante interesantes alrededor de la novela.”
Valorado por los surrealistas al grado que André Bretón Afirmó que el espíritu de Nerval es el mismo que tenían ellos y que adoptarían años después, Gérard de Nerval desarrolló el realismo que posteriormente tendría su apogeo en la segunda mitad del siglo XIX.
“Las noches de octubre es una pequeña joya en sí porque nos hace descubrir a un Nerval distinto, revelándonos su propia naturaleza curiosa. Él revela aquí su curiosidad por encontrarnos esta parte de la que nadie habla: el bajo mundo, el contacto con estos personajes de la noche, lo que pasa con los fluidos del alcohol, las decisiones que vas tomando, los amigos que vas haciendo mientras tienes una borrachera.”