En este planeta, donde por diversos motivos -económico, políticos y otros- no todo alcanza para todos y la vida es una aventura cotidiana, que a cada paso depara sorpresas y una de ella es sin dudas la escasez de víveres a la que puede conducir el acelerado deterioro climático.
Hoy se trata de atajar los escenarios que al paso de los años podrían resultar dramáticos para la supervivencia, debido a que continuar estimulando el caos y la irracionalidad contra la naturaleza puede conducirnos a la extinción y cuando menos a catastróficas mutaciones.
Miles de científicos laboran hoy en proyectos para atajar el déficit en ambos renglones, y con mucho interés pusieron sus ojos en las posibilidades que pueden aportar los diversos tipos de algas, las cuales a criterios de bioquímicos pueden ser hasta 300 veces más eficientes que otras fuentes energéticas renovables.
Sin embargo, el camino es difícil de transitar, un problema que se plantea hoy es la manera de fabricar biocombustible de algas a un costo lo suficiente bajo como para que resulte económicamente posible y a la vez rentable, lo cual sería una alternativa viable para disminuir el uso de combustible fósil y su secuela de contaminante.
Sin embargo, el camino es difícil de transitar, un problema que se plantea hoy es la manera de fabricar biocombustible de algas a un costo lo suficiente bajo como para que resulte económicamente posible y a la vez rentable, lo cual sería una alternativa viable para disminuir el uso de combustible fósil y su secuela de contaminante.
Actualmente, un grupo de científicos e ingenieros de la Universidad de Arizona estudia formas de perfeccionar la producción de biocombustibles a partir de las algas, y la lógica seguida es para hallar el mejor modo de usa los factores ambientales para controlar la velocidad de crecimiento de las algas y su producción de lípidos.
Entre los especialistas implicados en ese proyecto investigativo se destacan Joel Cuello, Mark Riley, Kimberly Ogden y Stanley Pau, por citar a un grupo de los más indicados, y todos tratan de solucionar el asunto de los gastos, pues ahora el costo de producción aún supera el valor del producto final. No obstante, para reducir el costo de producción se hacen pruebas con aguas residuales parcialmente tratadas para cultivar las algas. Con la aplicación de ese sistema, ellas purifican el agua mediante la absorción de nutrientes como nitrógeno y fósforo, y se elimina el uso de costosos fertilizantes para suministrar a nutrientes a las algas, ya que esos fluidos contienen nitratos y fosfatos que deben ser retirados así que usar algas constituye un proceso doblemente útil.
Por otra parte, hace dos años se informó que el Laboratorio de Enzimología Molecular del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral de la Universidad Nacional del Litoral (Ial-Unl-Conicet), en Argentina, se estudiaba el funcionamiento de enzimas para obtener productos novedosos y afines con el medioambiente.
Así un grupo de profesionales evaluó las funciones enzimáticas de dos algas en particular que para la obtención de biocombustibles: la Chlorella y la Euglena.
Como alimento, el empleo de las algas es más conocido, pues como alternativa complementaria son portadoras de minerales, vitaminas, estimulan el metabolismo y depuran el interior del organismo. En todos los sentidos, según sus diversas propiedades y aplicaciones resultan beneficiosas.
Como alimento, el empleo de las algas es más conocido, pues como alternativa complementaria son portadoras de minerales, vitaminas, estimulan el metabolismo y depuran el interior del organismo. En todos los sentidos, según sus diversas propiedades y aplicaciones resultan beneficiosas.
Ellas tienen propiedades antivíricas, antiinflamatorias y inmunomoduladoras, por lo que fortalecen el sistema inmune y previenen numerosas enfermedades, así como son ricas en yodo, fundamental para las glándulas tiroides, que son las endocrinas más grandes del cuerpo, y para la salud en general.
Las tiroides son responsables de una diversidad de procesos de importancia como el uso de energía, la creación de proteínas, el sistema inmunológico y nuestra reacción a otras formas hormonales.
Kenneth Prange, experto en nutrición sana y terapias naturales, apunta que: «El consumo de algas -también conocidas como plantas marinas- ha aumentado durante los últimos años debido a la última moda de los llamados «superalimentos». La gente quiere alimentos que les ayuden a sentirse y verse mejor, perder peso y tener más energía»
En esa línea, se destaca que las algas contienen vitamina A,C, D, E, B1, B2, fósforo, potasio hierro, yodo, fibra, sodio y pequeñas cantidades de proteínas vegetales esenciales y de fácil asimilación, así como poseen una gran cantidad de calcio, todo lo cual la sitúa en buena medida en una válida opción nutricional. De hecho, las algas marinas son plantas silvestres que mantiene de por vida todas las propiedades naturales al máximo y este es otro factor que las hacen un elemento esperanzador sobre el cual deberá investigarse con ahínco para aprovechar todas sus riquezas en este siglo.