Por Marnie Fiallo Gómez
La Habana (PL) La sal común proporciona uno de los sabores básicos: el salado; su consumo modifica el comportamiento de las personas frente a los alimentos, ya que es un generador del apetito, y estimula su ingesta.
En polvo o granulada es utilizada en dos áreas: como condimento de algunos platos o conservante en las salazones de carnes, pescado, verduras y en la elaboración de encurtidos.
Es tan útil para la vida que fue utilizada como moneda y objeto de impuestos, monopolios y guerras, pero su valor decreció con la disminución de su demanda para el consumo humano.
Además, un número cada vez mayor de países la comercializan como un alimento funcional al que se le añade yodo para prevenir enfermedades como el bocio.
La sal o cloruro de sodio, única roca comestible por el hombre, posee la propiedad de atraer agua por lo que consumirla en exceso conlleva el aumento del volumen sanguíneo debido a la cantidad que se acumula en la sangre y puede dar al traste con el aumento de la presión arterial.
Igualmente médicos vinculan el abuso del consumo de sal con otras enfermedades como la osteoporosis, cálculos renales, empeoramiento del asma e incluso algunos tipos de cáncer.
Comer…pero sin sal
Según el doctor cubano Alberto Quirantes, autor del libro Comer…pero sin sal, reducir la ingestión de sodio aporta grandes beneficios a la salud y reduce el riesgo de padecer enfermedades del corazón y accidentes cerebrovasculares.
Los seres humanos, afirma Quirantes, solo necesitan una pequeña cantidad de sodio para mantener en equilibrio los líquidos del cuerpo, sostener la función normal de músculos y nervios, así como cooperar con el buen funcionamiento de algunos órganos.
Por tal motivo no debe eliminarse del todo de la dieta solo moderar el consumo y vigilar las etiquetas de los alimentos procesados que se expenden en el mercado.
Los excesos son malos y en el caso de la sal puede constituir un riesgo para la salud, aseveró. La cantidad que los riñones no son capaces de eliminar se acumula en la sangre el volumen circulante de esta aumenta y el corazón se ve obligado a trabajar más.
Lo anterior provoca una elevación de la presión arterial y puede, además, desencadenar, trastornos renales y cardiovasculares, entre otras enfermedades.
Demostrado está que la reducción del consumo de sal contribuye de manera importante a disminuir estos padecimientos, lo cual va de la mano con una dieta rica en frutas y vegetales, la practica regular de actividades físicas y el no fumar.
Las organizaciones mundial y panamericana de la salud recomiendan consumir como máximo menos de cinco gramos de sal al día y aspira a que cada persona cumpla esta meta para el año 2020, considerada una de las mejores estrategias para mejorar la salud de la población en todo el mundo.
Una semana para empezar a consumir menos
Anualmente la OMS dedica una semana a sensibilizar a la población mundial sobre los riesgos del consumo de sal y a concientizar sobre una alimentación saludable para prevenir enfermedades.
Durante estas jornadas se tratan dos conceptos: el de «sal visible» y «sal oculta». La primera es la que se añade a las comidas al cocinarlas, mientras que la otra corresponde a la existente en los alimentos ya sea como componente natural o en los previamente procesados.
Los tres pilares de la organización sobre el tema son la nueva formulación de productos industriales, elevar la conciencia de los consumidores sobre los peligros de la sal, y por último, la realización de campañas de educación y cambios ambientales para elegir las opciones saludables más fáciles y asequibles para todas las personas.
Existen programas internacionales con el objetivo disminuir gradual y de forma sostenida la ingestión alimentaria del condimento a través de metas nacionales.
La meta internacionalmente propuesta es consumir menos de cinco gramos de sal al día por persona para el año 2020.
Esta intención determina un plazo de tiempo en relación a la industria de los alimentos procesados para reducir la sal en sus productos y la obligación de colocar etiquetas nutricionales donde se adviertan los riesgos de propasarse en el consumo.
También se debe limitar el tamaño de los paquetes donde ella es vendida y se establecen determinadas penalidades a quienes no cumplan con dichas disposiciones.
Varios países del mundo llevan a cabo estrategias nacionales destacándose en la región de las Américas y El Caribe países como Cuba, Brasil, Canadá, Chile, Costa Rica, Estados Unidos, México, Surinam y Uruguay.