Por Alberto Aranda
En Totolapan, vocablo de origen náhuatl que significa “sobre el agua de las aves”, se encuentra el convento de San Guillermo. Los primeros habitantes de esta zona de Morelos se remontan al año 1114, con la llegada de los Toltecas que escaparon de la destrucción de Tula. A su paso hacia Oaxtepec, Hernán Cortés envió a Gonzalo de Sandoval a conquistar estas tierras, en 1521. En 1533, los agustinos pasaron hacia Ocuituco, pero fueron expulsados y en 1536 fundaron el convento de San Guillermo, terminando su construcción en 1545. Este inmueble, declarado por la Unesco, en 1994, como Patrimonio de la Humanidad, sufrió daños en un 80% debido a los sismos del 2017.
Sobre estos daños, Fernando Duarte, coordinador de Monumentos Históricos del Centro INAH Morelos, explica que “lamentablemente la parte que colapsó en parte del altar se debió a que hace 20 o 25 años o hasta 30 años generaron unas trabes de concreto, eso con el movimiento telúrico hizo que se comportará diferente y, con la falta de mantenimiento, se generó el colapso de esa parte de la bóveda del interior. Cuando llega un temblor como estos esas malas intervenciones, que han hecho con materiales diferentes, el edificio por sí solo las bota porque no es compatible. Por eso la necesidad brindar la asesoría como Instituto de que las intervenciones se hagan con materiales de fábrica.”
El conjunto del siglo XVI estaba integrado por el templo de una sola nave con bóveda de cañón corrido, sacristía, capilla abierta, portería, sala de profundis, refectorio, cocina, huerta, aljibes; y en la parte alta del claustro: celdas, biblioteca, coro y campanario. Su fachada destaca por los sillares y medallones simulados pero, sobre todo, por los símbolos cristianos como las letras IHS que significan “Jesús salvador de los hombres”.
“La nave del templo, la parte elevada, colapso. El remate semicircular también resultó afectado. Al interior, los muros presentan un desplome. En el momento del movimiento telúrico oscilan los muros, abren y cierran. Los muros están agrietados, es decir, tenemos que hacer un análisis desde cómo fue construido el edificio religioso y eso es parte también de las afectaciones que tuvo el inmueble. La parte exterior tiene mucha piedra bola de río. Al tener bola de río nos genera mucha junta constructiva, es muy grasa la junta. La piedra bola de río no tiene adherencia, por lo tanto, van a ser muy vulnerables esos muros a un movimiento sísmico, las afectaciones las vemos reflejadas.”
La advocación a San Guillermo, fraile que vivió en el siglo XII, en Italia, fue adoptada por los agustinos. De las piezas de arte sacro que guardaba el recinto están el Cristo aparecido, del siglo XVI, que se encontraba en el altar principal; los dos valiosos lienzos en el sotocoro, uno de ellos firmado por Francisco Antonio Vallejo; una pila bautismal hecha en piedra volcánica. Las imágenes han sido retiradas y es la propia comunidad la que las resguarda en sus domicilios para su culto.
“La mayoría actuó así. Al no tener un espacio dentro del recinto religioso que no pusiera en riesgo se llevaron a ciertas viviendas, pero con el visto bueno del padre. Esos nos han dado una copia y ya fueron visitadas por especialistas restauradores el Centro INAH Morelos para retomar los daños y efectivamente que estén bajo resguardo de la comunidad y posteriormente a través de un seguro que el INAH adquirió en el 2000 para atender este tipo de eventos se hizo ya la visita para hacer la evaluación de los daños tanto aquí a nivel arquitectónico como a las imágenes que se llevaron a comunidad o las que se encuentran aquí al interior”.