Por Fernando Salinas
Deadpool regresa a la pantalla grande y lo hace con más violencia, muchas referencias y un guion muy malo. Para empezar a hablar de la adaptación cinematográfica, debemos tener en cuenta un factor importante: Deadpool es uno de los personajes más ridículos del mundo de los cómics y esto es parte de su encanto. El mercenario de traje rojo no solo se distingue por tener la boca llena de sarcasmo, sino también por su capacidad de distorsionar la realidad y terminar en situaciones hilarantes, es decir, al final poco importa el contexto de sus aventuras siempre y cuando nos logre sacar más de una carcajada, justo eso es la clave de esta segunda parte.
Wade Wilson ya no es el mismo del pasado, su lucha contra el cáncer ha terminado y lleva una buena vida como mercenario al lado de su amada novia Vanessa. Sin embargo, una gran pérdida lo hará reflexionar sobre su vida como Wade y como Deadpool. En el camino tratará de encontrar un lugar al que pertenecer y pronto, volverá a hacer las cosas a su manera con la ayuda de un nuevo equipo al que llamará X-force.
Hasta aquí el argumento de la cinta no suena tan mal, sin embargo, poco a poco se pierde el conflicto central de la historia hasta el punto de parecer que nuestro amigo de traje rojo no sabe por qué está luchando. Esto no parece tener un impacto real en la calidad de la cinta porque como en los cómics, Deadpool siempre es el alma de la fiesta, es decir, el personaje está tan bien logrado que termina por salvar la película e incluso hacerla muy recomendable. Esto no es casualidad y mucho se debe a Ryan Reynolds, quien aprovecha su buen sentido del humor cada que hay oportunidad, especialmente en esta secuela, en donde se nota plena libertad para explotar el sello Disney y de la competencia, DC, al momento de escribir los chistes y referencias a la cultura pop.
Las escenas de acción son frenéticas y por momentos parecen ser sacadas de la mente de Tarantino por el exceso de violencia, tripas y sangre volando por todos lados. Todo acompañado de viejos conocidos como Colossus y la inclusión de dos nuevos antihéroes, Domino y Cable, quienes a pesar de las modificaciones obvias con relación a su contraparte en los cómics lucen bastante bien en pantalla.
Deadpool 2 es una de esas películas que son malas pero al final resultan ser buenas. Debemos tener muy en cuenta que no es un filme que se pueda comparar con producciones como Infinity War. Esto es algo menos serio, con un presupuesto más modesto y que oscila entre lo cursi, lo trágico y lo extravagante. Además, es importante recordar que este es el preámbulo para el plato fuerte, X-Force, una versión rebelde de los X-men que promete conservar la clasificación para adultos que se ha conservado desde la primera entrega de Deadpool. Algo que vale la pena mencionar y sin duda no puedes dejar pasar es la escena postcréditos, simplemente una de las mejores hasta el momento en cualquier película del universo Marvel.