Moscú, 13 jun (PL) Después de aplicarse en varias ligas europeas, el videoarbitraje (VAR) todavía despierta hoy a muchos fantasmas y la palabra justicia se siente vulnerable frente a la tecnología, en especial con el Mundial de fútbol de Rusia-2018 en el horizonte.
Especialistas y fans coinciden en que la utilización del VAR aún está permeada por el criterio subjetivo de los árbitros, quienes, en ocasiones, ratifican decisiones aunque las repeticiones del video sugieran un cambio.
Más allá de la pérdida de tiempo -muchas veces no recuperado-, el VAR todavía tiene muchas lagunas a la hora de evaluar las situaciones y aplicar el reglamento a rajatablas.
Constantes duelos durante los saques de esquina, faltas fingidas, acciones alejadas del balón, o algunos improperios lanzados por los jugadores quedan muchas veces sin respuesta por parte de los colegiados.
De hecho, en caso de existir el VAR desde los orígenes del fútbol, los Mundiales de 1966 y 1986 -por citar algunos- pudieran haber tenido otro desenlace… siempre y cuando el árbitro principal, el hombre de la última palabra, hubiera rectificado dignamente su letal error.
Como sea, jugadas complejas como los fuera de lugar al límite serán dudosas tanto para los fans, los jugadores como para los jueces, aunque el video las repita una y mil veces.
El VAR es necesario, sí, cierto, pero la FIFA deberá lograr un consenso en las normas de los árbitros porque, nadie lo dude, un juez italiano, por ejemplo, permite muchas más faltas -y más severas- que uno de España. La subjetividad del ojo humano es y será la principal baza de quienes odian la tecnología aplicada al deporte y prefieren que el error arbitral forme parte del juego, como tradicionalmente ocurrió.
Esperemos que en el Mundial de Rusia, primero en ampliar el espectro del VAR -hace cuatro años se utilizó solo para detectar los goles fantasmas-, exhiba toda la transparencia posible y tenga un impacto positivo en el resultado final de cada partido.
El VAR nos ayudará a tener una Copa del Mundo más justa, dijo el presidente de la FIFA, Gianluigi Infantino.
Ojalá sus palabras sean santas porque, en medio de tanto dopaje e injusticias, el deporte necesita transparencia y limpieza para elevar el espectáculo a una nueva dimensión.
El VAR: ¿Remedio santo en el Mundial de fútbol?
Por Yasiel Cancio Vilar