Por Ireli Vázquez
Vivimos en una ciudad diversa en muchos sentidos, desde aspectos culturales, económicos, y de vida, respaldados por las leyes que velan por el respeto de cada uno de los ciudadanos. La Ciudad de México es una de las principales pioneras en representar a la comunidad gay en todo el país, pues en 2006 promulgó la Ley de Sociedades de Convivencia, aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo en 2010, en 2013 se consiguió que familias homoparentales adoptaran a niños, no solo en la ciudad sino en todo el país y en 2014 se aprobó la modificación al cambio de identidad de género a personas transexuales.
Sin embargo, estas leyes no se formaron de la noche a la mañana. Han pasado 49 años desde que, en 1969, un grupo de personas gay, lesbianas, bisexuales y transexuales lucharan por sus derechos públicamente en Nueva York. Y en México han pasado 40 años desde que la sociedad se unió para luchar por un fin común, en este rubro.
A pesar de todas las leyes que se han conseguido en pro de los derechos de la comunidad LGBT+, aún existe una gran brecha entre lo que se logra para la comunidad y lo que sigue haciendo la ciudadanía. Aún existe gente que tiene poca tolerancia a lo nuevo, o a lo desconocido, porque según ellos no van con las “leyes de la naturaleza”, pero realmente ¿quién sabe qué es lo correcto? Aún es común, ir por la calle y escuchar que a alguien le griten “puto”, “maricón” o “lencha”, simplemente por el hecho de vestir, hablar o expresarse como realmente se identifica, y es por eso, que se sigue reclamando por el respeto.
Visité dos exposiciones en la Ciudad de México, en las que se muestra, desde el arte, una perspectiva diferente de lo que es pertenecer a una comunidad LGBT+.
Piratas en el Boulevard. Irrupciones Públicas, 1978-1988
Piratas en el Boulevard es una exposición en retrospectiva del trabajo del artista, editor, gestor, crítico y diseñador, Agustín Martínez Castro (1950- 1992). La muestra se encuentra en el Centro de la Imagen y su objetivo principal es contextualizar a los visitantes en la época de inicio del movimiento homosexual en México, generar memoria histórica y crear un puente entre generaciones además de presentar figuras claves del movimiento durante los años 80 como, Tito Vasconcelos, Braulio Tenorio, Juan Jacobo Hernández, entre otros, que abrieron el camino para la libre expresión en nuestro país.
“La primera retrospectiva de Agustín, es el primer rescate de su trabajo como artista, pero es un rescate a su trabajo como artista situado, en un rescate modesto del inicio del movimiento homosexual en México. Realmente Agustín se entiende como parte de una red compleja de muchas personas involucradas en transformar radicalmente lo que en ese entonces era México”, explicó en entrevista César González-Aguirre, curador de la retrospectiva.
Agustín Martínez Castro se encargó de documentar el inicio del movimiento homosexual en México, que a diferencia del movimiento en Estados Unidos, se unió a otras luchas sociales en 1978 como la conmemoración del movimiento estudiantil del 68 o el aniversario de la Revolución Cubana. Su mirada era directa y empática con la comunidad que retrataba, ya que fue miembro del Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR) y más adelante del Colectivo Sol, que buscaba romper el estigma que había de respecto a las personas con VIH/Sida, informar para la prevención de enfermedades de transmisión sexual y producir campañas de salud.
“Agustín Castro me pareció un artista excepcional, teníamos que saber más de él por muchas razones, no solo por su vida, que era bastante interesante a nivel privado, sino porque también era una manera de evocar un contexto del que se ha escrito pero del cual no conocemos muchas imágenes. Creo que lo visual permite crear otros puentes empáticos, e imaginativos con el presente, permite armar una postura más informada con respecto a acciones que puedes llevar a cabo, tener más referentes con los cuales dialogar desde la historia, y entender antecedentes completamente emocionantes en relación en cómo nos podemos entender actualmente” dijo César González.
La exhibición muestra cronológicamente las diferentes irrupciones públicas de los grupos militantes homosexuales de los años ochenta así como un intermedio, una intromisión voyerista y un centro documental. La exhibición permanecerá hasta el 15 de julio.
Imágenes © Ireli Vázquez
Divina Comedia
Urge – “Hombre maduro, varonil, discreto y con lugar, busca joven atractivo de preferencia blanco, ojos claros, cuerpo atlético y sobre todo que sea amanerado. Ofrezco buena compañía, charla interesante y atenciones económicas. Lo único que pido es que a su piel no le irriten mis besos, sus iris no juzguen mi calva, su lomo soporte mi peso y sus manos me toquen, aunque sea para matar un bicho. No me importa que él traiga sus calzones rotos o el alma manchada, hay cosas en las que uno no debe fijarse”, éste es un texto de Jesús Flores que acompaña a la imagen San Sebastián, firmada por Diana Blok, que abre la puerta a esta muestra en el Museo Universitario del Chopo.
En el marco de la edición número 31 del Festival Internacional de Diversidad Sexual (FIDS), se presenta Divina comedia, una exposición que deja de lado a la lucha. Esta exposición, que va desde pintura, fotografías y video, lleva al público a una percepción diferente. La aceptación es el tema central. Aquí la lucha está concluida, aquí las personas pueden identificarse tal y como son, ya sea con una relación, con una amistad, y por qué no, con un amor. Aquí lo que se busca es que el público observe que un gay, una lesbiana o un transexual es como cualquier otra persona, que tiene problemas, que se divierte, que puede querer, otro ser humano.
“Aquí ya estamos hablando desde donde estamos ahorita, somos gays y lesbianas… Lo que se busca es presentar a las personas tal y como somos sin que nos vean diferente y que asumidos ya estamos creando algo, en este caso arte y una forma de expresar nuestro sentir”, explicó en entrevista el fotógrafo y curador de la muestra Pedro Slim.
Para Salvador Irys, dirigente del FIDS, fue un proyecto que requirió de mucho trabajo y de buena comunicación con el fotógrafo Pedro Slim. “Este año Pedro fue el invitado para llevar a cabo la curaduría, le platique de qué iba todo el festival, cuál era toda la intención y que era lo que queríamos. Nos veíamos constantemente, revisábamos carpetas, me enseñaba el trabajo de otros artistas, yo le proponía otros, incluso a algunos no los conocíamos, pero nos interesaba su trabajo”.
La exposición se encuentra integrada por 72 piezas de 36 artistas mexicanos y extranjeros entre ellos se encuentran, Graciela Iturbide, Nelson Morales, Óscar Sánchez, Rodolfo Morales, Susana Casarín, Francisco Ochoa, Óscar Morales, Andrés Juárez, Carlos Cabrera, Patricia Voulgaris, Diana Blok, Anthony Urrea, Danielle Ash, Annick Donkers, Arlene Gottfried, Alvin Baltrop, James Herbert, entre otros.
“La intención final fue poner a artistas que no hubieran estado en años anteriores, sobre todo para presentar trabajos nuevos, cosas que están haciendo ahora, y por otro lado tratábamos de buscar entre los jóvenes creadores de la comunidad, y que la mayoría fueran del colectivo LGBTTTI. Pero obviamente hay heterosexuales, pero procuramos que la mayoría fueran gente del colectivo o cuyo tema fuera la diversidad sexual”, mencionaron Salvador Irys y Pedro Slim.
En la muestra, la representación de la sexualidad y el deseo cambian por completo la visión tradicional, ya que existen escenas que van desde el festejo y el deseo hasta la más absoluta sensualidad de los cuerpos.
“Tratamos de rescatar ese espíritu erótico que tenía la semana cultural en los ochenta, el erotismo es una base fundamental en nuestra lucha, porque, al final, nos discriminan por nuestro objeto del deseo sexual. Entonces tratamos de rescatar ese espíritu erótico sin ser complacientes con nadie, entiendo que lo que ha caracterizado a la semana cultural es esa idea de no ser complacientes más que con la propia comunidad y con nadie más, pero claro también tenemos nuestro propio eje, que es: nada que provoque odio, discriminación, y nada que provoque un panorama desigual, y de ahí todo lo demás es bienvenido, explicó Salvador Irys.
La muestra se encuentra en el Museo Universitario del Chopo hasta el 30 de junio.