Por Alberto Aranda
En la poesía de Alí Chumacero estuvieron presentes Eros y Tánatos, Responso del peregrino es el mejor ejemplo de eso, así lo reconoció Jaime Labastida durante el homenaje que le rindió la Academia Mexicana de la Lengua.
“El responso es la misa que se ofrece a los muertos. Y que es lo que expresa el poema de Alí. Una culpa. Él ha faltado al amor de la mujer que ama, se siente ya muerto, se confiesa ante ella y le pide el perdón. Ella no se lo otorga, al revés; el poeta piensa que la mujer puede hasta matar a sus hijos por la grave falta cometida. Es un poema erótico, un poema personal, desgarrador, verdaderamente dramático y de ahí vino el silencio de Alí. A partir de ese libro y de ese poema no volvió a escribir más”.
Alí Chumacero decía que era un obrero, sabía que todo es pasajero y que nada es demasiado importante con excepción de la poesía, los toros y la mujer. Así lo recordó su amigo Felipe Garrido. “Alí organizó, corrigió, anotó varios miles de libros. Les buscó ilustraciones, les hizo prólogos, solapas, índices, aprobó sus forros; entre los constructores de la cultura nuestra, la que se habla y se escribe en español, Alí Chumacero ocupa un lugar central”.
Por su parte, Vicente Quirarte recordó a “su padrino” (cómo él le llama) desde su labor como editor, “pero su vida fue la del hombre común que amaba ser. Orgullosamente se decía corrector de pruebas y en el FCE, su casa de siempre, transformó semejante oficio en arte mayor e imprescindible”.