Por Huemanzin Rodríguez
Juan José era un joven casi como cualquiera, que recordamos como un amante del ajedrez, aunque más amaba el ping pong, el tenis y el ciclismo. En las imágenes de video que hay en la red, nos quedamos fácilmente con el personaje construido por el histrión de las clases de teatro y la actuación, sin sospechar al inflamable chivo negro de su temperamento. Pero en realidad Juan José, el de La Feria (1963) y la Varia Invención (1949), el que le ayudó a Juan Nepomuceno ordenar y crear Pedro Páramo, el mismo que le permitía a Borges intercalar silencios en su conversación, era un joven de pueblo. La vida le favoreció los sueños, tal vez por su tesón autodidacta y su pasión, o tal vez por su vida epicúrea y melancólica.
En su correspondencia, seleccionada en dos libros (Sara más amarás. Ed. Joaquín Mortíz, 2011; y El último juglar: Memorias de juan José Arreola, Arreola, Orso. Ed. Jus. 1998) podemos rastrear cómo ese joven de Zapotlán, se convirtió en uno de los escritores más memorables del siglo XX mexicano, y a la vez, en El partero, como lo llamó Vicente Leñero en su libro Lotería, de una nueva generación de escritores. En el centenario de su natalicio he seleccionado fragmentos de su contacto epistolar con su hermana María Elena Arreola (fallecida de manera prematura) quien fuera la principal impulsora para que su hermanito Juan José, se convirtiera en escritor; de su padre, Felipe Arreola, quien pensó imposible los sueños de su hijo; y principalmente, la correspondencia que sostuvo con Sara Sánchez en los años de noviazgo. En estos fragmentos, está la simiente de Juan José Arreola, escritor, fabulador, juglar e histrión.
Ciudad Guzmán. Octubre 29, 1934. (María Helena Arreola a Juan José)
Sigue escribiendo en tu diario, aquí me quedaron unas hojitas, está original, lástima que para nada dejes el tema de las nenas Vergara y que toda tu filosofía no salga de tan estrecho campo. Usa variación en tus memorias, observa, lee. Fíjate cómo un paisaje puede reunir tantos colores, sin discrepar en nada la armonía. Ejercítate, quizá algún día podrás escribir, con una plumita aunque sea regular, un estilo ágil y variadito ya se hace algo, la decadencia se presta y si no fíjate en los periódicos y las revistas se comenten tantos crímenes de lesa literatura. Yo por supuesto quisiera que salieras de los mejores.
Unos pocos años después, con 23 años, Juan José le escribió a Sara desde la capital de Jalisco:
Guadalajara. Enero 11, 1942. Borrador (Juan José a Sara)
No me parece grato hablarte en mi carta de las ocupaciones que me han absorbido en esta semana, pero quiero decirte que el lunes y le martes tuve grandes satisfacciones con motivo de la visita a esta ciudad, de un gran escritor extranjero [Pablo Neruda] a quien se le hizo un homenaje, cuyo ofrecimiento estuvo a mi cargo.
Aunque en ese momento faltan unos años para la publicación del primer cuento de Arreola, él ya escribía, pero su crítica, como o leemos en su correspondencia con su hermana María Elena, era fuerte. A mediados de 1942, Juan José convenció a Sara y comenzaron su noviazgo, un noviazgo con cierta distancia ya que él viajó, buscando trabajo.
Ciudad Guzmán. Junio 23, 1942. (Juan José a Sara)
Hay muchísimas cosas que contarte, pero necesitaría un libro en vez de una carta. Esperaré a que regreses para decirte lo que en estos días ha pasado.
Manzanillo. Septiembre 20, 1942. (Juan José a Sara).
En medio del trabajo material lucho también para dar forma a mis ideas. No abandono un momento los proyectos literarios, y la novela está surgiendo poco a poco. La novela de la que alguna vez te hablé, cuando apenas si tenía una vaga idea de su contenido. He seguido trabajando en esa idea y ya va tomando consistencia. De esas cosas creo que ni debería hablarte, pues son cosas que todavía están en el aire.
Guadalajara. Noviembre 25, 1942. (Juan José a Sara)
Mi vida no es tan interesante como para describírtela. Espero que un día, cundo haya pasado esta época difícil, podré contarte mejor lo que han sido estas semanas.
Un día verás tú que puedo escribir cartas más bien pensadas y cuidadosas, cuando tenga calma y seguridad, cuando la vida material no sea tan mezquina como ahora.
En diciembre de ese año, Juan José consiguió un trabajo en la capital del estado que le brindó cierta tranquilidad, fue en el periódico El Occidental. Algo que lo motivó para no tener que volver a Zapotlán, donde tuvo un ofrecimiento que rechazó. Pero no todo marchaba bien con Sara, quien terminó la relación a principios de 1943, lo que motivó a Juan José a regresarle todas las cartas de amor. Después de unos meses reestablecieron su noviazgo.
Guadalajara. Octubre 12, 1943. (Juan José a Sara)
Nunca olvides esto: Prefiero que tú me creas más malo de lo que soy, a que me juzgues más bueno de lo que puedo ser.
Finalmente, en 1944, tras un noviazgo con ruptura y un segundo noviazgo, Sara y Juan José se casaron, como lo documentó el periódico El Occidental, el lunes 12 de junio de ese año. En 1945, tras el fin de la Gran Guerra, Juan José obtuvo una beca de estudios en Francia, a donde viajó con la esperanza de llevarse a su esposa y a su primera hija, Claudia. El testimonio lo encontramos en una carta sin fecha escrita por su padre Felipe, firmada por él y su esposa Victoria.
Ciudad Guzmán [sin fecha] (Felipe y Victoria a Juan José)
Según vimos en France Libre [periódico dirigido en México por el exiliado francés Benjamín Peret], donde salieron los retratos de 16 becados, incluso el tuyo y la actividad a la que se dedicarán, respecto a ti dice que eres actor y estudiarás teatro al lado de [Louis] Jouvet. No dejes de tenernos al tanto de este asunto tan importante como es tu salud.
México. Noviembre 30, 1945 (Juan José a Sara)
Esta es mi última carta desde México. Te escribiré durante el viaje diciéndote todo lo que pase […] Llevo excelentes cartas de recomendación para personas de Francia, así es de que vas a tener mucha fe en mi buena fortuna y rezarás algo por mí. Sólo mi cuerpo es el que viaja, todo mi afecto queda contigo y nuestra hija.
¿Quiénes escribieron esas recomendaciones? Según el libro El último juglar: Memorias de juan José Arreola. Ed. Jus. 1998), escrito por Orso (el tercer y último hijo de Sara y Juan José) quien actualmente está al frente del centro cultural en la casa de sus padres en Zapotlán; fueron de Fernando Wagner, Xavier Villaurrutia y Alfonso Reyes, entre otros.
México, DF. Septiembre 22, 1945. (Fernando Wagner)
Me es grato manifestar que el señor Juan José Arreola fue mi alumno en la Escuela Teatral del Palacio de Bella Artes, durante los años 1937-38, cuya dirección estaba en esa época a mi cargo. Participó en varias producciones teatrales: La cacatúa verde, de Arthur Schnitzler, Nuestra Natacha, de Casona, Enterrad a los muertos, de Irving Shaw, El esposo, de Bernard Shaw, y otras obras de autores de prestigio.
México, D.F. Septiembre, 1945. (Xavier Villaurrutia)
Me complace certificar por medio de estas líneas que Juan José Arreola trabajó bajo mi dirección, como actor, en algunas representaciones de obras de Chéjov, Vildrac y más. Creo sinceramente que nadie como él, entre los jóvenes mexicanos de su edad, merece el estímulo y ayuda para que acabe de desenvolver una vocación decidida y una pasión por el teatro, en medios más propicios.
México, D.F. Septiembre 26, 1945. (Alfonso Reyes)
Carta dirigida a Excmo. Sr. Maurice Garreau-Dombasle.
Me es grato apadrinan ante V.E., en nombre propio y de El Colegio de México, cuya junta de gobierno presido, la solicitud del señor don Juan José Arreola para obtener una beca francesa destinada a los jóvenes mexicanos que desean perfeccionar alguna especialidad en París. Nos constan las virtudes y merecimientos del interesado.
Ya en París, Juan José intentó infructuosamente poder llevar consigo a su esposa e hija. Pero Juan José no perdía el tiempo, como él mismo contaba, en Francia se ocupó enteramente a su vida intelectual y artística, como lo confesó a Sara.
París. Enero 24, 1946. (Juna José a Sara)
A Roger Callois le han gustado mucho mis cuentos y se va a encargar de que uno o dos se traduzcan al francés para su publicación. Este señor Callois, me llevó a Radio París y me hizo una cálida presentación con el director de los programas en español. Me han ofrecido trabajo como escritor, no sé si pueda aceptar, ya que tengo muchas cosas que hacer.
Otro de los personajes con los que se involucró Juan José Arreola fue con directores de cine Jean Renoir, hijo del pintor impresionista Pierre-Auguste Renoir.
Ciudad Guzmán. Enero 13, 1946 (Felipe Arreola a Juan José en París)
Grande satisfacción me cabe dirigirte mis letras a esa legendaria Lutecia a donde te llevó tu empeño. Primero fue un sueño, luego una obsesión, al final una realidad que yo juzgaba imposible.
Tras el periplo de Francia, Juan José volvió a México y se mudó a la Ciudad de México, rodeado de importantes amigos como Antonio Alatorre, Juan Rulfo o Fernando del Paso. En 1949 se publicó Varia Invención, su primer libro. Entonces a su esposa Sara le escribió:
Sara, estoy contento porque pocos libros han sido recibidos como el mío. Todas las gentes creen que llegaré a ser un escritor, pero de los buenos. A mí me da un gran miedo quedarme sin hacer lo que de mí se espera. Ojalá, Sara, y lo realice. Tendrás entonces un Juan José más digno de ti.
Muchos años después, en un hallazgo publicado por los nietos del autor, en el libro Sara más amarás, está una carta de 1962 que Juan José le escribió a su padre, solicitándole ayuda para dar forma a La Feria, novela que el mismo Arreola consideró una “novela casi mitológica”, que le publicó Joaquín Díez Canedo.
Ciudad de México. Noviembre 24, 1962. (Juan José a Felipe Arreola)
Y aquí viene lo bueno: esas páginas que le acompaño transcritas a máquina, usted las redactó para mí hace un buen puño de años, cuando las necesitaba en El Colegio de México a propósito del vocabulario agrícola oriental regional del sur de Jalisco. Pues bien, ahora me han resultado de perlas y absolutamente indispensables para mi novela. Quiero que las labores del campo vayan señalando en ella el paso del tiempo; fragmentos esparcidos de su texto, que yo aderezarán adecuadamente, llenaran era función […]
Juan José reveló que deseaba investigar en periódicos locales de la época para acrecentar su investigación, algunos de los títulos que mencionó son: Plus Ultra, Azote, Vigía y Faro. Además, quería conversar con personas cercanas a la familia.
También quiero hablar extensamente con Esteba Cibrián a propósito de la lucha por la tierra y los tlayacanques. Necesito obtener documentos de distintas épocas para transcribir y glosar pasajes congruentes. Porque La Feria, es una pachanga, debe tener un profundo sentido social e histórico […]
Creo que podré estar unos ocho días por allá. Luego debo volver a poner todo en orden (aunque aspiro que La Feria sea un gran desorden y una mínima comedia humana)
Esta correspondencia nos permite entrar en una parte más íntima del escritor, más allá de sus libros publicados y del personaje recordado. Nos acerca a elementos que veremos en su obra como también a ese México epistolar, donde se encuentran algunos de los principales protagonistas de las letras mexicanas del siglo XX, en diálogo con otros personajes universales. Desde el amor e impulso para convertirse en escritor de su padre Felipe y su hermana María Elena, hasta la devoción de Juan José por su familia y por Sara.