Por Julio López
Nuestro tiempo es el quinto largometraje de Carlos Reygadas, un trabajo en el que decanta de manera acertada todo el conocimiento adquirido a lo largo de los años. El riesgo que toma en esta producción es mayúsculo, pues además de dirigir, editar y realizar la mezcla de sonido, luego de que el escritor Xavier Velasco decidiera no protagonizar la película, Carlos Reygadas decidió él mismo interpretar el papel principal.
“La verdad es que sí es un poco extremo. Hay quien piensa que ese es un acto de arrogancia, querer hacerlo todo, eso me parece absurdo porque uno es el responsable artístico de lo que produce, el responsable último para todo lo bueno y para todo lo malo, y no hay nada más interesante para mí que transcribir, lo más posible, lo que uno es en una película, pero no de una manera narcisista sino todo lo contrario, de compartir de la manera más profunda posible que un medio permita lo que uno intuye, lo que uno es en cierta medida”, dice Reygadas sobre esta cinta que nuevamente pone en el centro de la trama una historia de amor imposible con personajes atípicos. Juan es un poeta reconocido que pasa el tiempo criando toros de lidia en Tlaxcala. Tiene tres hijos y una bella esposa, Esther. Este matrimonio lo tiene todo, incluso la posibilidad de tener sexo con otras personas. Su relación se enrarece cuando Esther oculta una aventura.
“A mi me gusta mucho esta idea del embudo, me gusta capturar con estas herramientas increíbles que son el sonido y la cámara lo que hay de presencia física frente a nosotros, porque para mí el cine, como la pintura o la fotografía, es el arte de la presencia y de la contemplación, de la observación, no sólo visual, sino de la observación en términos generales, observar en el sentido de atención general, incluso táctil, para que las cosas puedan entrar a este lugar hay que hacerlo con un cierto método, con cierto tiempo y hay que dejar que las cosas se graben dentro, pero una vez que eso pasa surge una transformación y para mí es cuando el cine se empieza a completar y las cosas se transforman.”
Así es el cine de Reygadas, completamente opuesto al realizado por Alfred Hitchcock, el maestro del suspenso, quien afirmó que si una escena no servía para el desarrollo de la historia, no debía ser incluida dentro de una película.