Por Karen Rivera
Roy Rivera Hidalgo, estudiante de 18 años de la Universidad Autónoma de Nuevo León, desapareció después de que un comando armado con chalecos de policías municipales se lo llevara; como él los desaparecidos en el país tienen nombre y apellido. Tal es el caso Miguel Ángel Hernández Martínez, uno de los 43 normalistas que en septiembre del 2014 fue víctima de esta acción forzada. Sus historias fueron recordadas en el conversatorio “¿Dónde están? Las desapariciones en México y en Argentina”, que se realizó en el Colegio de México como parte del ciclo M68 Ciudadanías en Movimiento.
“Lo que nos está pasando, es lo mismo que le pasa a más de 37 mil personas en México, oficialmente, porque sabemos que este delito, según la Organización de las Naciones Unidas, no se denuncia, lo denunciamos solamente dos de cada diez, entonces podemos imaginar el enorme universo de desaparecidos que existen en México, que no han sido denunciados”, dice Leticia Hidalgo, de Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Nuevo León.
Por su parte, la madre de Miguel Ángel Martínez, comenta: “me preguntan ¿qué es la desaparición? Yo no entiendo, ni yo misma la entiendo, yo no sé cómo es posible que los desaparezcan simplemente, no son dibujitos para que lleguen y los borren, son seres humanos, son 43.”
“La desaparición forzada es un delito que se perpetúa hasta que se tiene certeza de la ubicación de la persona desaparecida, por lo tanto, cada minuto, cada hora que pasa sin que esto se sepa, el delito se renueva, la desaparición forzada nunca es un delito consumado”, explica Nayeli García, estudiante del Colegio de México.
Con la participación de integrantes de grupos como Abuelas de Plaza de Mayo, de Argentina; de representantes de padres y madres de Ayotzinapa; y del colectivo El solecito de Veracruz, así como de Fuerzas Unidas por Nuestros desaparecidos Nuevo León, en el conversatorio se habló de la importancia de generar empatía, conservar la memoria y buscar la justicia, aspiraciones que unen a estos grupos de lucha.
“Los que piensan que no hay que hacer nada, sepan que van a sentir una culpa el día de mañana, porque todos estamos habitando este planeta, todos somos hermanos”, esto en palabras de Estela de Carlotto, una de las Abuelas de Plaza de Mayo.
Otra de las intervenciones fue de la escritora Sandra Lorenzano, que dijo: Hoy como en tantos otros momentos lo que nos une también es el horror, el espanto, el dolor, el miedo, pero al mismo tiempo también nos une la valentía de nuestras mujeres.”