París, 7 oct (PL) Charles Aznavour murió y su música volvió a recorrer el mundo: en una ola de nostalgia los franceses cantaron «La Boheme», los hispanos entonaron la «Venecia sin ti» y los anglófonos repitieron el estribillo de «For me, formidable».
No podía ser de otro modo tratándose de un artista que consiguió trascender todas las fronteras, que ofreció espectáculos en casi un centenar de países y cantó en siete idiomas: francés, inglés, español, italiano, alemán, ruso y armenio.
Falleció a los 94 años en el sur de Francia cuando acababa de regresar de una gira por Japón. «El insaciable», «el indetenible», así le decían a este artista que supo también vencer al tiempo y permanecer sobre el escenario hasta sus últimos días, con el mismo entusiasmo de siempre.
«Él cantó en todas las ciudades del mundo, por el amor y por la libertad. Charles Aznavour acaba de decirnos adiós, pero estará siempre sobre la escena», declaró el expresidente François Hollande, al lamentar la partida de un hombre considerado el embajador de la canción francesa.
Cantante, compositor y actor, nació en París en 1924 en el seno de una familia de inmigrantes armenios, una condición que lo enorgulleció y que lo acompañó a lo largo de toda su vida.
«¿Cómo crees que han resistido? Han resistido siendo creyentes y tenaces, determinados por sus hijos a hacer un mundo diferente. Los emigrantes», cantó a sus orígenes quien incluso se desempeñó como embajador de Armenia en Suiza y ante la ONU en Ginebra.
Al anunciar el proyecto de dar el nombre de Aznavour a una calle de París, la alcaldesa de la ciudad, Anne Hidalgo, lo reconoció como «un parisino convertido en un verdadero ícono de la canción francesa y un embajador apasionado de Armenia en el mundo».
Su partida generó una vorágine de reacciones provenientes de políticos, personalidades, amantes de su música en todo el mundo, pero sobre todo de los colegas de profesión, que resaltaron la tenacidad como su principal virtud.
Muchos recordaron que aunque comenzó a cantar muy joven, apenas en la adolescencia, en los inicios el éxito se le hizo esquivo: los empresarios de la música y el espectáculo opinaban que no era alto, ni muy apuesto, y que su voz carecía de la potencia necesaria para poder brillar en el escenario.
Pero Aznavour persistió, llegaron las oportunidades, y ya para la década de 1960 sus canciones rompían récords de popularidad en toda Francia y a nivel internacional.
En los mensajes de dolor por su partida, los compañeros de profesión también lo evocan como «un guía», «un maestro», un hombre que se empeñó en transmitir sus mejores experiencias a los más jóvenes, y en abrirles la puerta hacia las oportunidades.
La muerte de Charles Aznavour, último genio de una generación estrellada de la que también fueron parte figuras inolvidables como Edith Piaf y Jacques Brel, se siente hoy como una pérdida inmensa y muchos le dicen adiós con la certeza de que «ni Venencia, ni el mundo, serán los mismos sin ti».