La Habana, 13 oct (PL) Edgar Allan Poe es un autor bien conocido en la literatura universal, sobre todo por aquellos amantes del cuento y la escritura «negra».
El estadounidense, quien apenas vivió 40 años (19 de enero de 1809- 7 de octubre de 1849), supo dejar una marca perpetua con su estilo incisivo y elegante, y regresa siempre a dialogar con quienes buscan un estímulo en su obra.
¿Quién no recuerda los cuentos El gato negro, El escarabajo de oro, El pozo y el péndulo, Los crímenes de la calle Morgue? Quién, al terminar la línea anterior, no quedó preguntando ¿acaso la autora olvidó mencionar El cuervo?
«El cuervo, inmutable, continúa instalado allí, sobre el pálido busto de Palas, precisamente encima de la puerta de mi habitación, y sus ojos se parecen a los ojos de un demonio que sueña (…)y mi alma (…)no podrá volver a elevarse. ¡Nunca más!»
El poema narrativo publicado en 1845 deviene su obra más célebre y forma parte de la riqueza literaria de todos los tiempos. Además, inspiró el trabajo de varios escritores, entre ellos el inglés Walter John de la Mare, el escocés Robert Louis Balfour y el argentino Jorge Luis Borges, quien se refirió a la imposibilidad de la existencia de la literatura sin la prosa de Whitman y Poe.
Como Borges, quedó cautivado su coterráneo Julio Cortázar. Para él, la magia estaba justo detrás de ese mundo caótico, underground, de sufrimiento casi perpetuo retratado en sus líneas.
Por ello, puso empeño en traducir sus relatos y ensayos, tarea que le llevó alrededor de tres años hasta ver frutos en 1956, cuando apareció en dos tomos de la editorial de la Universidad de Puerto Rico en colaboración con la Revista de Occidente.
«Yo estoy ya hasta las orejas en Poe», escribió en una de sus cartas el autor de Rayuela, a quien los hispanohablantes debemos el agradecimiento por las exquisitas versiones que hizo del pintor de escenarios lúgubres.
Influyó en otras bellas artes
La fuerza dramática de su prosa llegó también a la música, el cine, las artes plásticas y la televisión con múltiples adaptaciones.
Pero Poe no fue solo reflector de contextos trágicos, aunque el matiz puede leerse entre líneas. Su obra tiene una heterogeneidad en los estratos narrativos que también roza el análisis, el humor y lo detectivesco.
Auguste Dupin, primer detective moderno de la literatura, fue uno de sus auténticos personajes que influyó posteriormente en otro par de prestigiosos autores: Arthur Conan Doyle y Agatha Christie.
Huérfano, demiurgo de su destino e imperfecto, a veces alabado, pero sobre todo diana de la crítica, «el dios intelectual de su siglo» (así lo llamó el poeta francés Stéphane Mallarmé) abandonó su forma física el 7 de octubre de 1849.
Mi vida ha sido capricho, impulso, pasión, anhelo de la soledad, mofa de las cosas de este mundo; un honesto deseo de futuro, así se describió el propio literato en sus cartas.
Hoy, a 169 años, permanece su huella en el mapa de la buena literatura que bien presume de atesorarlo como uno de los grandes maestros del relato corto, renovador de la novela gótica, cultor de la naciente ciencia ficción y mayor exponente del Romanticismo en Estados Unidos.
(Tomado del Semario Internacional Orbe)