Washington, 28 dic (PL) Casi nueve mil niños y adolescentes murieron en Estados Unidos debido a intoxicaciones por opioides de 1999 a 2016, indicó hoy un estudio de la Universidad de Yale.
Según la investigación, fueron ocho mil 986 las personas de tales grupos de edades que perdieron la vida en esos 18 años como consecuencia del envenenamiento con opioides prescritos e ilícitos, y durante ese tiempo, la tasa de mortalidad aumentó un 268,2 por ciento.
De acuerdo con los autores del estudio, cuyos resultados se publicaron este viernes en la Revista de la Asociación Médica Estadounidense, más del 80 por ciento de los fallecimientos entre niños y adolescentes por el consumo de esas sustancias resultaron involuntarios.
Al mismo tiempo, un cinco por ciento de los casos correspondió a suicidios, y un dos por ciento fueron homicidios.
El artículo señaló que en 2015 hubo 33 mil muertes en esta nación atribuidas a intoxicaciones por opioides, mientras en 2016 los fallecimientos superaron los 43 mil, más que en ningún otro año registrado.
«Los estadounidenses continúan muriendo en cantidades sin precedentes debido a los opioides recetados y, cada vez más, a la heroína y el fentanilo fabricados ilícitamente, a pesar de las medidas agresivas de salud pública para contener la crisis, lo cual habla de la complejidad y naturaleza evolutiva de esta epidemia», indicó el texto.
A decir de los autores, lo que comenzó hace más de dos décadas como un problema de salud pública, principalmente entre hombres jóvenes blancos y de mediana edad, es ahora una epidemia de abuso de opioides prescritos e ilícitos que está afectando a todos los segmentos de la sociedad, incluida la población pediátrica.
Millones de niños y adolescentes ahora están expuestos rutinariamente en sus hogares, escuelas y comunidades a estas drogas potentes y adictivas, expresaron.
Del total de decesos en los 18 años analizados, el 88,1 por ciento ocurrió entre adolescentes de 15 a 19 años, y un 6,7 por ciento entre niños de cero a cuatro años.
Los investigadores consideraron probable que este problema aumente a menos que los padres, los legisladores, los funcionarios de salud pública y los profesionales médicos, incluidos quienes prescriben opioides para adultos, empiecen a tener una visión más amplia de lo que es una crisis sistémica.
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