Hace 35 años Estados Unidos y Cuba entraron en una dinámica de fragmentación, originada por los norteamericanos, ya que en 1994 los republicanos ganaron las elecciones legislativas y empezaron a dominar al Congreso. De esta forma, aplicaron políticas muy duras a Cuba, limitando el aspecto económico y comercial.
La ley Helms- Burton se implementó en 1996, sin tener las consideraciones adecuadas para la sociedad cubana. La potencia estadounidense desde hace años actúa con arrogancia, defendiendo a costa sus propios intereses y atacando especialmente a los países de Latinoamerica. Cuba ha sido de los países más afectados.
El presidente Bill Clinton fue quien firmó y autorizó la Ley de la Libertad Cubana y Solidaridad Democrática, gestonada por el senador de Carolina del Norte, Jesse Helms, y de Indiana, Dan Burton. Cabe mencionar que el detonante de dicha ley es por la caída de dos avionetas del grupo «Hermanos al Rescate» en 1996, en donde pilotos estadounidenses de origen cubanos volaban en espacio aéreo jurisdiccional de la República de Cuba.
El daño incrementa
A partir de ese suceso, las sanciones a Cuba no han cesado; al contrario, han ido aumentando. El actual presidente Donald Trump, de igual forma no retira las agresiones contra los cubanos ni su endurecimiento para ejercer negociaciones entre ambas naciones. Helms fue el primer responsable con su propuesta legislativa, durante su campaña electoral, de anunciar su objetivo de castigar a Cuba hasta donde fuera posible.
La magnitud del problema radica en que Estados Unidos está consciente del daño que genera a Cuba, y todos los países lo saben, la Ley Helms-Burton transgrede a los estados cubanos que manejan la economía, ya que los obstáculos son mayores para emprender políticas para su propio desarrollo. Además de que es una violación a los derechos humanos de los cubanos y los norteamericanos desobedecen a su Constitución.
A veces la población afectada no se percata de la gravedad del asunto, o los habitantes que viven en el país donde sus mandatarios abusan de su poder, como es el caso de Estados Unidos, no están decididos a emprender acciones para detener la falta a la ley. En repetidas ocasiones, tanto represores como dominados se quedan estancados, incluso los representantes del gobierno sancionado no acomete con rudeza para ponerle un alto al bando opositor.
La administración de Trump y los republicanos han reforzado la Ley Helms- Burton desde el comienzo de mayo de este año. Se abrieron demandas en las cortes de EE.UU. contra las empresas cubanas por una presunta vinculación a las Fuerzas Armadas y el sector de la seguridad nacional en Cuba.
La ONU ha hecho llamadas internacionales para condenar el bloqueo contra Cuba ejercido con mano dura por los norteamericanos, es una demanda pronta que se debe atender, de no ser así el futuro de las relaciones internacionales con Estados Unidos aportan negativos augurios, pues ha pasado de ser un país de primer mundo a un país en ser el primero en lanzar amenazas y presumir de su gran avance financiero, comercial y con políticas efectivas para un mejor funcionamiento nacional. Lo peor es que cuando no hay buenos resultados el gobierno norteamericano culpa a los demás territorios de su fracaso.
No estamos para guerras armadas, ni en provocar muertos por estrategias de política y comunicación fallidas, pero lo que urge es que asignen medidas severas para detener la Ley Helms- Burton, invitando a sumarse a países de América Latina y de otros continentes para su próxima erradicación.