Por Ibis Frade Brito
Nueva York, 14 jul (Prensa Latina) La vida en Manhattan transcurre hoy con la calma regular de los domingos, como si ayer no hubiesen vivido un episodio que quería parecerse al de las películas catastrofistas que usan a la ciudad como escenario.
Una de las zonas más concurridas de Nueva York quedó sin electricidad -aún no se conocen bien las causas- y el servicio de metro en esa área se paralizó completamente.
Muchas líneas perdieron la energía para seguir funcionando y estuvieron detenidas, entre una estación y otra, algunas durante casi dos horas. Así estuvieron los pasajeros del tren F que viajaban de Coney Island a Manhattan.
Los trabajadores de la MTA (Metropolitan Transportation Authority) avisaron que había problemas con la señal, pero después de más de una hora, las personas estaban muy nerviosas, moviéndose de un vagón a otro.
Al final tuvieron que desplazarse hasta el primer vagón del tren, para salir a la estación de Lexington y la 59, que estaba en una semipenumbra, con todos los trenes detenidos.
Era precisamente, 13 de julio, número que en Estados Unidos desaparecen hasta de los pisos de los edificio, y comenzaba el Manhattanhenge, cuando un sol naranja cae para alinearse con las calles que van de este a oeste y todos se paran en medio de la vía para tomar fotos.
Algunas vidrieras de la Quinta Avenida estaban a oscuras y afuera, en la acera, unos vendederos desplegaron carteras y bolsos de imitación: en cada cuadra, un kiosco improvisado a la sombra de los carteles sin iluminar de las marcas caras.
Unas mujeres altas y de tacones, con vestidos de diseñador, se montaron en un triciclo de alquiler -parecido a los famosos bicitaxis de Cuba- protestando porque los taxis estaban imposibles y no había forma de moverse por la ciudad.
Las miles y miles de personas que viajan cada día en su ruta subterránea salieron a la superficie, a caminar entre los autos que querían salir de un atolladero de intersecciones sin semáforos y ambulancias y carros de policía pidiendo vía.
Algunos de los edificios más lujosos de Central Park estaban sin electricidad y dicen que muchos inquilinos se quedaron atascados en los elevadores.
El circuito de los teatros de Broadway se apagó, los conciertos se suspendieron y los músicos del Carnegia Hall salieron a la calle a tocar a la multitud.
Algunas pantallas de Times Square se apagaron y la plaza se repletó, no solo de turistas.
Dice la compañía Consolidated Edison que 73 mil clientes se quedaron a oscuras en las zonas de Midtown Manhattan y Upper West Side. Cerca de la medianoche, anunciaron que habían restablecido todo el servicio.
Hace 42 años, justo en la misma fecha, un apagón golpeó toda la ciudad, después de que un rayo cayera en Buchanan South, una subestación eléctrica en el río Hudson.
Durante esa interrupción de más de 25 horas se vivió un caos: con más de mil incendios reportados, mil 600 tiendas dañadas en saqueos y disturbios, y unas tres mil 700 personas arrestadas, según datos del The New York Times.
Pero este domingo no hay nada de eso, hoy Manhattan amaneció en calma, con los servicios del metro funcionando y las vidrieras de la Quinta Avenida intactas.
Solo que, si pudieran, tal vez los neoyorquinos sacarían el día 13 de julio de los calendarios, como una medida preventiva, solo por si acaso.