En la literatura, y de acuerdo a lo propuesto por Gérard Genette, el término metalepsis hace referencia a una transgresión/ruptura de los niveles narrativos de la ficción. Usualmente estos niveles son el mundo ficticio, la creación; el creador o autor; y el lector o espectador. También se puede dar, en los ya clásicos, casos de una historia dentro de otra, cuando una afecta directamente a la otra. El aspecto más importante de la Metalepsis narrativa, de acuerdo a Genette, es la transgresión del «contrato ficcional». El contrato ficcional es un acuerdo tácito entre lector y autor (o espectador y director en el cine), cuya función principal en palabras de Genette: «consiste precisamente en negar la naturaleza ficticia del relato». En otras palabras, este contrato es el compromiso de mantener la ilusión de veracidad dentro de la diégesis (mundo ficticio). Por consiguiente, la metalepsis consiste en revelar el carácter ficticio de la obra, o mostrar una especie de autoconciencia de la obra como un producto ficticio. El homólogo en el cine a este fenómeno literario, es lo que llaman ruptura de la cuarta pared; algo no muy «innovador» si consideramos que El Quijote de Cervantes (Publicado en 1605) es el principal antecedente a la metalepsis.
Ahora algunos ejemplos de metalepsis en obras literarias reconocidas. Todas de hace más de un siglo, por si les preocupa arruinarse una historia (spoilers).
Las Mil y Una Noches: Como algunos sabrán, el tronco principal de este relato se enfoca la historia de Scheherezade, quien cuenta relatos al rey Schariar para postergar su propia ejecución. El efecto metaleptico (más bien proto-metaleptico), se da al llegar a la noche seiscientos dos; esa noche, Scheherezade relata al rey su propia historia, convirtiendo con ello a personajes reales en su mundo, en personajes ficticios, contenidos en al mismo relato que están contando, haciendo una sutil referencia al carácter ficticio de la obra. Esto además crea un efecto de un espejo frente a otro, al introducir este factor la historia de Scheherezade parece postergarse al infinito.
Don Quijote de la Mancha: Entre las muchas bondades en la obra de Cervantes, don Quijote es conocido por las referencias que hay dentro de la obra a sí misma. De este modo Cervantes mezcla la diégesis del Quijote y Sancho Panza, con su realidad como escritor y con la del lector. El caso más ilustre sucede en la segunda parte, en la que Don Quijote y Sancho Panza conocen al grupo del bachiller Sansón Carrasco, y resulta que estos personajes conocen a detalle, las aventuras de Don Quijote y su escudero, pues han leído la primera parte de la novela. Cervantes se acerca peligrosamente a la ruptura de su espacio ficticio, al narrar la primera vez que Quijote y Sancho escuchan sobre su novela:»y dice que me mientan a mí en ella con mi nombre de Sancho Panza, y a la señora
Dulcinea del Toboso, con otras cosas que pasamos nosotros a solas que me hice de cruces de espantado cómo las pudo saber el historiador que las escribió». También hay una postura que afirma que, si bien Cervantes juega con la ambigüedad de los límites de la diégesis del Quijote, nunca los rompe, al contrario, los afirma; por lo que el Quijote no podría considerarse propiamente un caso de metalepsis.
Niebla: Esta obra de Miguel de Unamuno, es innegablemente un claro ejemplo de la aplicación de la metalepsis. Llegados a un punto de la narración, aparece Unamuno en el relato y se encuentra con Augusto Pérez, un personaje ficticio. Augusto consciente de su condición de personaje de ficción, reclama a Unamuno el que lo haya condenado a muerte. Y le señala que si él, como personaje de ficción, está sujeto a los designios de Unamuno, éste y sus lectores son tan entes de ficción como él y un día Dios dejara de soñarlos.
Para concluir, me gustaría dejar una cita de Jorge Luis Borges (no podía ser de otra manera), sobre lo inquietante que nos resultan estas rupturas de los niveles narrativos; que está muy en consonancia con lo que propone Augusto en Niebla: «¿Por qué nos inquieta que … las mil y una noches [estén incluidas] en el libro de Las mil y una noches? ¿Por qué nos inquieta que don Quijote sea lector del Quijote y Hamlet, espectador de Hamlet? Creo haber dado con la causa: tales inversiones sugieren que, si los caracteres de una ficción pueden ser lectores o espectadores, nosotros, sus lectores o espectadores, podemos ser ficticios»