Beijing, 8 ago (Prensa Latina) China despide hoy una semana donde lidió con otra ronda de acciones hostiles desde Estados Unidos, tan beligerantes que las máximas autoridades de su diplomacia realizaron intervenciones para alertar sobre el peligroso giro de las relaciones bilaterales.
El tema de conflicto esta vez fueron las aplicaciones móviles desarrolladas en la nación asiática y Washington nuevamente recurrió a las supuestas amenazas de seguridad para obstruir el uso en su suelo.
Un orden ejecutiva del presidente Donald Trump prohibió cualquier transacción o negocio para obligar a las empresas matrices dejar la plataforma de minivideos Tik Tok y la red social WeChat en manos de alguna firma de Estados Unidos.
«La recopilación de datos amenaza con permitir que el Partido Comunista de China acceda a la información personal y privada de los estadounidenses, lo que potencialmente le permite a China rastrear las ubicaciones de los empleados y contratistas federales, crear expedientes de información personal para chantaje y realizar espionaje corporativo», indica el documento.
Aparte de los pronunciamientos de rechazo a esa decisión, muchas voces denuncian que se trata de un robo sin precedentes porque además Trump pretende ganar como comisión una parte del dinero si se concreta la venta de Tik Tok a Microsoft.
Ese caso y la acumulación de fricciones en otros temas, conllevó al ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, y a Yang Jiechi, director de Asuntos Exteriores del Partido Comunista de China, a abordar los riesgos que enfrentan ambas potencias y el mundo si persisten los desencuentros.
Los dos deploraron, por separado, que el actual gobierno norteamericano ignore cuatro décadas de vínculos con buenos resultados para cada lado, solo por las pretensiones electorales de algunos políticos.
Según recordaron, durante este tiempo Beijing y Washington pusieron a un lado sus diferencias ideológicas, coexistieron pacíficamente y muchas generaciones trabajaron para fortalecer unos nexos, que se articularon de forma estrecha y en múltiples terrenos de cooperación.
Negaron propósitos de China de convertirse en otro Estados Unidos, exportar ideología o entrometerse en asuntos internos de otros países, al reiterar el compromiso con el desarrollo pacífico, mediante la apertura y proyectos mutuamente beneficiosos.
Entre otros puntos, aseguraron que al país no le interesa las discordias diplomáticas e insistieron en la necesidad de establecer un mecanismo de diálogo para darle un vuelco a las relaciones y dejar atrás la etapa más desafiante desde su establecimiento en 1979.
No obstante, tanto Wang como Yang exigieron a la Casa Blanca respeto y mesura en el tratamiento a temas medulares como Taiwán, Hong Kong, Tíbet y Xinjiang, abandonar la mentalidad de guerra fría y optar por diálogo y comunicación en diversas áreas.
Asimismo reafirmaron la postura de Beijing en defensa de su soberanía e integridad territorial, tras enfatizar en que no escatimará en tomar las contramedidas necesarias para responder a las retóricas y conductas estadounidenses que perjudiquen sus intereses.