Washington, 13 oct (Prensa Latina) La política legislativa en Estados Unidos está marcada por dos técnicas que lastran su desarrollo y son utilizadas, indistintamente, por los dos partidos rivales por el poder, el filibusterismo y el Gerrymandering.
Los académicos definen que el filibusterismo es una técnica específica de obstruccionismo parlamentario, mediante la cual se pretende retrasar o enteramente bloquear la aprobación de una ley o acto legislativo gracias a un discurso de larga duración.
En la actualidad, la agenda del presidente Joe Biden (d) enfrenta serias amenazas de que los republicanos en el Congreso acudan a esta táctica para frenar leyes con las que no concuerdan, en especial un gran paquete de gastos que contiene importantes fondos para programas sociales y el enfrentamiento del cambio climático, entre otros.
La llamada regla se aplica en el Senado, una cámara con 100 escaños (dos por estado) y consiste en que, para sacar adelante la mayoría de las iniciativas más importantes no basta sólo con tener una respaldo simple sino que se debe contar con el apoyo de al menos 60 senadores.
Así de simple, una minoría de 41 escaños puede bloquear cualquier proyecto ya que el Partido Republicano tiene también 50 asientos en la Cámara Alta y previsiblemente no dejen pasar iniciativas que puedan representar un éxito para Biden y los demócratas y que necesiten de las seis decenas de votos para pasar a la homologación del presidente.
La aplicación de esta regla de bloqueo sistemático, cualquiera sea los argumentos que utilicen los rojos impedirá, entre otras cosas, que Biden y su partido cumplan las promesas electorales y sacar adelante su agenda, lo que le daría «armas» a los rojos camino a las elecciones de medio término de noviembre 2022, las más cercanas, para denigrar a sus contrarios.
Esa es la imagen que tratan de imponer los republicanos desde la derrota de Donald Trump en las elecciones de 2020 y su liderazgo se esfuerza en presentar a la actual administración como inoperante e incapaz de gobernar la nación.
La regla se puede cambiar por una minoría simple en el Senado pero, hay senadores demócratas como Joe Manchin, de Virginia Occidental y Kyrsten Sinema, de Arizona, que se oponen a variar la norma.
Difícilmente los demócratas lo logren, lo que implicará que asuntos como la reforma policial, el alza del salario mínimo, las reformas climáticas, reformas de leyes sobre derechos civiles, que requieren el apoyo de 60 senadores, avancen.
El asunto se hará sentir en las próximas semanas cuando hay importantes temas en debate en el Senado, incluyendo, entre otros, un paquete de gastos de 3,5 billones de dólares que los republicanos no dejarán pasar, esfuerzo al que se pueden unir Manchin y Sinema.
Según analistas, la estrategia, es el cerrojo contra la tiranía de la mayoría simple, como se la conoce en Estados Unidos.
En la otra vertiente está el llamado Gerrymandering, que en política se entiende como la manipulación de las circunscripciones electorales de un territorio, uniéndolas, dividiéndolas o asociándolas, con el objeto de producir un efecto determinado sobre los resultados electorales y alcanzar una mayor presencia en la Cámara de Representantes.
Eso no aplica en el Senado, donde cada estado tiene dos butacas que pueden ser ocupadas por un mismo partido o compartidas.
Según las normas, en la practica los partidos políticos estadounidenses pueden determinar la delimitación de los distritos electorales para su propio beneficio. Un hecho polémico, pero legal. La cantidad límites de los distritos son determinados en cada censo, ahora es de 435, igual cantidad de miembros de la Cámara de Representantes.
Los datos del Censo de 2020 marcarán el derrotero en los próximos meses cuando apenas falta un año para que los miembros de la Cámara sean renovados o reelegidos.
En la mayoría de los estados, el proceso de redistribución de distritos está controlado por la legislatura estatal y el gobernador, hay mas republicanos, razón por la cual las elecciones a ese nivel al comienzo de cada década son tan importantes, y cada partido trata de aumentar el control de los gobiernos de las demarcaciones.
El filibusterismo y el Gerrymandering son problemas del sistema que ni los mismos estadounidenses saben cómo resolver y que a la postre representan un cerrojo contra lo que aspira conseguir la mayoría de la población en un país donde la riqueza está en manos de un 30 por ciento, algunos dicen que del uno por ciento, contra un 70 por ciento de la población.