Por: JOSE ALBERTO VAZQUEZ CRUZ
Para comprender la polarización que vive nuestra patria es necesario hacer un breve ejercicio que reconozca qué implica la lucha entre transformadores y contratransformadores, revolución y contrarrevolución, izquierda y derecha.
Esta disputa ideológica existe desde el nacimiento de Estado moderno, es así que en toda nuestra historia se puede apreciar la existencia de un hilo conductor estratégico que identifica cuáles son las premisas fundamentales que defiende la derecha.
Pero ¿qué postula el pensamiento conservador?, ¿por qué los más pobres deben someterse al potentado, al poderoso?, ¿qué justifica este sometimiento?
Para la derecha, significa mantener la pirámide, el estatus, la jerarquía.
La derecha en el mundo representa la conservación de las estructuras sociales de relación, evita que las clases marginadas busquen revertir o atentar contra la posición de los que encabezan la sociedad.
La revolución es repelida por la derecha, no por la innovación de sus ideas, sino porque rompería con el orden social.
Ese es el gran temor que significa la transformación de la vida pública, que los excluidos históricamente pretendan revertir las condiciones sociales imperantes.
A cada movimiento de la izquierda, la derecha no permanece inactiva, por el contrario, le inyecta vitalidad a sus representantes para dar vehemencia y credibilidad a sus argumentos e intereses.
Es así como no resulta extraña una maniobra populista en la que una presunta indígena encabece a la derecha, pues no defiende los intereses de las mayorías sino el estatus de quienes la patrocinan.
Lo mismo sucede con los libros de texto gratuitos, a nadie se engañó, a nadie se les sorprendió, el entonces candidato Andrés Manuel López Obrador, desde campaña anunció que revertiría la reforma laboral – educativa del régimen neoliberal.
Y así sucedió, el 15 de mayo de 2019 entró en vigor la reforma constitucional en materia educativa con cambios sustantivos al artículo tercero en el que se señala con claridad que “corresponde al Estado la rectoría de la educación, la impartida por éste, además de obligatoria, será universal, inclusiva, pública, gratuita y laica”.
Además, “la educación se basará en el respeto irrestricto de la dignidad de las personas, con un enfoque de derechos humanos y de igualdad sustantiva”.
Esto es lo que contienen los libros de texto.
Pero además, en una desvergüenza total, la derecha pretende tomarnos el pelo y desconocer lo que aprobaron en el pleno del Congreso, “los planes y programas de estudio tendrán perspectiva de género y una orientación integral, por lo que se incluirá el conocimiento de las ciencias y humanidades: la enseñanza de las matemáticas, la lectoescritura, la literacidad, la historia, la geografía, el civismo, la filosofía, la tecnología, la innovación, las lenguas indígenas de nuestro país, las lenguas extranjeras, la educación física, el deporte, las artes, en especial la música, la promoción de estilos de vida saludables, la educación sexual y reproductiva y el
cuidado al medio ambiente, entre otras”.
Todos los grupos parlamentarios acudieron a las mesas de trabajo cuando se redactaron estos párrafos.
Pero probablemente, lo que más preocupados e irritados debe tener a los jefes de la derecha, es que la transformación del país avanza en el sentido de lo que la propia constitución previene en su artículo tercero, el criterio educativo “será democrático, considerando a la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo”.
Basta recordar que, en lo que va del gobierno de la Cuarta Transformación, más de 5 millones de personas abandonaron la condición de pobreza, es decir, se comienza a cambiar la tendencia de exclusión y sometimiento de los que menos tienen.
Por ello, se explica que la derecha actúe con total fuerza y use todos los mecanismos que las posiciones que aún detentan, tanto en las gubernaturas como en la Corte, para pretender frenar el cambio.
Para ilustrar estos mecanismos caducos que usan, la derecha también ha lanzado a la Unión Nacional de Padres de Familia la cual, históricamente, se ha opuesto a un desarrollo académico de los menos favorecidos.
El Consejo Coordinador Empresarial sostiene que los libros de texto ponen a los niños en su contra.
El presidente del PAN ha recomendado arrancar o quemar las hojas de los libros de texto que no les sirvan, como vocero de la derecha, no es raro que señale que se “vive la peor tragedia de nuestra historia”.
No hay necesidad de esperar a que la historia juzgue a estos actores, basta reconocer la historia para estar del lado correcto.