Sancti Spíritus, Cuba, 20 mar (Prensa Latina) La hoja de servicios del inicialista espirituano Yunier Mendoza durante 25 campañas refleja que estamos en presencia de uno de los mejores bateadores en la historia del béisbol cubano.
Sin embargo »La regadera trinitaria», próximo a convertirse en el tercer productor de imparables de todos los tiempos en esta pequeña isla del Caribe, no es un foco mediático y durante años ha sido invisible para los encargados de confeccionar selecciones nacionales.
Con el madero ha hablado fuerte y claro durante toda su carrera al conectar dos mil 368 indiscutibles hasta los partidos de este martes, solo superado por el legendario Daniel Castro (dos mil 501), su compañero de equipo y aún activo Frederich Cepeda (dos mil 426) y Enrique Díaz (dos mil 378).
Su promedio de bateo de .323 en siete mil 302 veces oficiales al bate y los 344 dobles que ha conectado en su carrera, son una prueba más de la consistencia de ese bateador que en ocho temporadas ha sobrepasado la marca de los 100 inatrapables.
A pesar de desempeñarse en la primera almohadilla, Mendoza no es un jugador que ha explotado la fuerza de sus muñecas y se ha dedicado a perfeccionar un swing de contacto, motivo quizás por lo que no atrae reflectores con regularidad.
En los campeonatos domésticos solo ha sacado 61 pelotas por encima de los límites del terreno, una de ellas en 2002 frente al gran Faustino Corrales con dos corredores en los sacos, para clasificar a sus Gallos de Sancti Spiritus por primera vez a un playoff final.
A sus 43 años de edad, este recio bateador zurdo sigue calentando los maderos como el primer día y en el inicio de la edición 63 de la Serie Nacional lidera a su equipo en jits (13) y promedia al bate para .406.
Para convertirse en el rey cubano de los imparables tendrá que conectar 134 más, cantidad que parece alcanzable si continúa saludable un par de años.
Su batalla fraternal será contra una leyenda de la talla de Cepeda, que con su misma edad y un alto nivel de juego también parece destinado a mantenerse un tiempo más en los terrenos.