Garantizan que viajes espaciales son un desafío para la salud

Washington, 14 jun (Prensa Latina) Los viajes al espacio, incluso de corta duración, son un desafío para la salud con cambios a muchos niveles, aunque gran parte se normalizan al regreso, confirma una veintena de nuevos estudios publicados hoy.


Varias revistas del grupo Nature dieron a conocer estas investigaciones que incluyen datos de la primera tripulación compuesta solo por astronautas no profesionales, cuyos resultados representan el mayor compendio de información sobre medicina aeroespacial y biología espacial.


De acuerdo con Chirstopher Mason, de la Escuela de Medicina de Nueva York, firmante de varios artículos, viajar al espacio induce cambios moleculares, celulares y fisiológicos y plantea innumerables retos biomédicos al cuerpo humano, que serán cada vez más relevantes en la medida que más personas se aventuran.


En su opinión la mayoría de los cambios en los telómeros (extremos de los cromosomas), la química de la sangre, las proteínas o en la expresión génica vuelven a la normalidad en unos meses tras el regreso.


Aunque un 95 por ciento de los marcadores vuelven a su valor de referencia en los meses posteriores al final de la misión, algunas proteínas, genes y citoquinas parecen activarse solo durante la recuperación y persisten al menos tres meses, precisó Mason.


Esto sugiere que la readaptación a la Tierra activa una serie de mecanismos reparadores que ayudan a recuperar, al menos en parte, el estrés fisiológico impuesto por la exposición al entorno espacial, plantea el estudio.


Para llegar a estas conclusiones  los investigadores utilizaron datos de estancias de hasta un año en la Estación Espacial Internacional (EEI), pero la novedad es el análisis de los recopilados en Inspiration 4, la primera misión privada con una tripulación únicamente de astronautas civiles.


Los cambios fisiológicos que más impactan de manera inicial al cuerpo se dan en el lanzamiento y la reentrada a la Tierra, debido a la variación de la gravedad, afirmó el mexicano Emmanuel Urquieta, director médico del estadounidense Instituto de Investigación Traslacional para la Salud Espacial.


Otros estudios se centraron en las primeras fases de adaptación al vuelo a nivel anatómico, celular, fisiológico y cognitivo, comprobando que primero se producen cambios neurovestibulares, que tienen que ver con la orientación, y después los relacionados con la sangre y fluidos que se redistribuyen hacia el tórax, el cuello y la cabeza.


Estos análisis advierten que la estructura y función de los riñones se ve alterada por la radiación, tanto solar como galáctica hasta un punto que podría poner en riesgo una misión a Marte.


Los expertos participantes en las investigaciones concluyeron que los marcos actuales de la medicina aeroespacial están por detrás de los avances de la de precisión en la Tierra, lo que subraya la necesidad de desarrollar bases de datos, herramientas y protocolos de medicina espacial de cara a las próximas misiones lunares, marcianas y de exploración.