París, 4 ago (Prensa Latina) Por mucho que París 2024 intente concentrarse en la organización de unos Juegos Olímpicos deslumbrantes, la polémica lo persigue, ahora con el Vaticano.
Aunque de forma tardía, la Santa Sede emitió un comunicado en el cual ‘deploró la ofensa’ causada a los cristianos en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos, sumándose al aluvión de críticas enfocadas en el segmento Festividad concebido por el director artístico del acto, Thomas Jolly.
La ya tristemente célebre escena evocaba supuestamente el cuadro ‘La última cena’ de Jesucristo a partir de la reconocida obra de Leonardo da Vinci. La presencia de drag queens y un cantante desnudo cubriendo su cuerpo con pintura, escandalizó a ciertos sectores de la opinión pública.
‘En un evento prestigioso en el que el mundo entero se reúne para compartir valores en común, no debería haber alusiones ridículas a la religión’, sentenció el Vaticano en referencia a la ceremonia del pasado 26 de julio, en la que una figura de la la comunidad LGBTQ+ rodeada de artistas drag y bailarines afines.
Desde la Conferencia Episcopal de Francia hasta políticos como el expresidente y de nuevo candidato a la Casa Blanca, Donald Trump, se posicionaron en duros términos contra esa escena, sobre la cual Jolly insistió en que no se inspiró en ‘La última cena’, sino en celebrar la diversidad y rendir homenaje a los banquetes y a la gastronomía francesa.
Hubo disculpas oficiales y hasta un espaldarazo total del presidente francés, Emmanuel Macron, y otras personalidades de la sociedad nacional, pero el cuestionamiento por lo ocurrido no dio respiro.
El texto desde Roma del Vaticano devolvió protagonismo a un pasaje que atenta contra la brillantez de la apertura de Paris 2024, de una originalidad y emoción sin precedentes en la historia, en especial por ser la primera en celebrarse fuera de un estadio, en el Sena y con el donaire de la Ciudad de las Luces.
La consistencia de los menús de los deportistas en la Villa Olímpica, los cromosomas XY y sus límites ya se habían añadido a ciertas críticas a la organización de las justas cuatrienales, que, sin embargo, se desarrollan con mucha seguridad y un sistema de transportes impecable.
La queja de la inestabilidad en las comidas en el suministro de huevos y carnes en la Villa Olímpica encontró una respuesta poco convincente: los deportistas consumen más de lo calculado y se trabaja para garantizar que no se repita esta situación.
Un asunto espinoso en París 2024, que parece en última instancia que tendrá poco recorrido, se refiere al torneo femenino de boxeo, con la argelina Imane Khelif. En 2023 fue descalificada por la Asociación Internacional de Boxeo (IBA) por incumplir las normas de elegibilidad.
Según estas reglas, atletas con cromosomas XY no pueden participar en certámenes femeninos. Pero el Comité Olímpico Internacional (COI) anuló la medida, además de asumir la dirección del boxeo al sancionar a la IBA por presuntos malos manejos financieros y de organización.
Cuando todavía no afloraron escándalos sonados por presunto consumo de doping, planean sobre los Juegos los fantasmas relacionados con los niveles altos de testosterona que impedirían competir entre las féminas a quienes los tengan.
Contrario a afirmaciones circuladas en redes sociales, la argelina no es una deportista trans y cumple con todos los requisitos de elegibilidad para el boxeo femenino, según el COI, si bien la defenestrada IBA insiste en que fue «probado que tiene cromosomas XY (del género masculino).