Lima, 15 nov (Prensa Latina) El gobernante saliente de Estados Unidos, Joe Biden, dialogó hoy con la presidenta peruana, Dina Boluarte, bajo severas medidas de seguridad, en el caso de la desmesurada escolta del visitante.
El diálogo se realizó a puerta cerrada en uno de los ambientes del Centro de Convenciones que alberga a la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia – Pacífico (APEC), para la cual llegó ayer el mandatario estadounidense, mientras grupos de manifestantes contestatarios a su presencia pugnaban por acercarse a la sede.
La charla tuvo lugar en un espacio de conversaciones distendidas, bilaterales, como en el caso de Boluarte y Biden o en grupos, prevista en la agenda de la reunión para «hacer de esta cumbre una oportunidad de tratar asuntos a discreción de los participantes».
Mientras Boluarte tuvo un intenso día de entrevistas y discursos, Biden llegó a la sede por una ruta completamente controlada por la Policía y previa inspección del escenario de la reunión por su guardia presidencial.
El huésped salió de su hotel ribereño del Pacífico y frente al cual, desde el brumoso amanecer, se pueden ver ancladas dos unidades navales estadounidenses, listas para intervenir ante alguna emergencia.
Nadie puede caminar por la acera ni por las cercanías del hotel mientras Biden esté allí alojado y los viandantes solo podrán ver de lejos la salida de la «La Bestia», apodo del automóvil que, haciendo gala de poder, promueve el aparato de propaganda norteamericano, al extremo de asegurar que puede soportar un ataque nuclear.
Cuando el avión del presidente Biden aterrizó ayer en Lima, lo esperaba una formación de cadetes de la Fuerza Aérea con fusiles listos para los disparos de fogueo como saludo al recién llegado, conforme al protocolo.
Sin embargo, los guardaespaldas dispusieron que guarden las armas y no le hicieran el formal homenaje, por razones de seguridad.
Con anterioridad, agentes norteamericanos revisaron minuciosamente cámaras y maletines y registraron a las decenas de periodistas que cubrían la llegada y, tras un breve saludo del primer ministro Gustavo Adrianzén al visitante, una caravana de decenas de vehículos diversos escoltaron a «La Bestia» hasta el hotel.
La amplia avenida recorrida lucía desierta y solo algunos curiosos veían pasar al convoy, mientras la policía impedía que los automóviles y los caminantes cruzaran la amplia ruta, hasta que la comitiva pasara. El despliegue de la seguridad de Biden visto en su llegada es solo parte de los 600 militares llegados con mucha anticipación el 4 de noviembre y que permanecerán en el país hasta el día 20, a lo que se agregaron embarcaciones de guerra, aviones y helicópteros.