A TIRO DE PIEDRA: CANCÚN, 46 AÑOS, EL MODELO SUICIDA

Por Julian Santiesteban

 

El progreso y el desarrollo son imposibles

si uno sigue haciendo las cosas tal como siempre las ha hecho

Wayne W. Dyer

Cancún es el principal destino turístico de Latinoamérica, recibe al año unos 18 millones de visitantes y cumplirá este 20 de abril 46 años de haber sido construido. Es, sin duda, el mejor ejemplo de lo que la industria turística hace en los lugares en que se asienta, pues a la vez de generar una enorme cantidad de divisas, ocasiona la  abierta depredación ambiental; y mientras ello ocurre, las “ocurrencias” gubernamentales descarrilan proyectos de coyuntura, que ponen en entredicho el éxito alcanzado.

Analizar el éxito económico de Cancún sin considerar el impacto ambiental que ha habido es como permitir la generación de riqueza a cualquier costo, es validar que pocos llenen sus bolsillos de dinero a cambio de sacrificar el futuro de generaciones enteras, y es justamente lo que ha ocurrido en ese sitio, el más representativo del turismo en México, pues Quintana Roo en su conjunto ingresa al país el cuarenta por ciento del total de divisas que se generan por actividad turística.

Y es que “de nueve mil 604 hectáreas de manglar perdido en México desde el 2005 a la fecha, Quintana Roo ocupa la segunda posición con la pérdida de dos mil 161 hectáreas, después de Nayarit con dos mil 864, de acuerdo con el documento Manglares de México “Extensión, distribución y monitoreo”, elaborado por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio)” publicó el periódico Novedades de Quintana Roo desde 2014, aun antes de la devastación ecológica ocasionada en el predio Tajamar, lo que muestra la dimensión de la problemática y el desinterés de las autoridades por proteger estos espacios naturales.

Las señales de alarma no son recientes, pues desde 2011 estudios sobre contaminantes en el sistema acuífero del estado de Quintana Roo, en el Caribe mexicano, publicado por la Universidad de McMaster en Hamilton (Canadá) y que fue encargado por el Banco Mundial, muestran que una gran cantidad de estas sustancias son vertidas al mar, y que tan sólo el 32 por ciento de la población estatal (dato de ese año) tiene acceso a sistemas de tratamiento de aguas residuales.

La promoción turística ha sido un éxito, la cantidad de vuelos que llegan con turistas a Cancún se ha incrementado de manera significativa, las divisas obtenidas superan los 16 mil millones de dólares a nivel país y en Cancún, según el discurso oficial, ya no existen las llamadas “temporadas bajas”, de manera tal que las personas que ocupa la industria turística tienen empleos más estables, la pregunta es ¿cuánto tiempo podrá sostenerse este modelo de desarrollo?

Pero la devastación del manglar es sólo una de las manifestaciones de destrucción ambiental en Cancún, pues existen otros estudios y temas que evidencian las problemáticas que a nadie parecen importar, pues “’el estudio de la “Erosión Costera en Cancún y la Riviera Maya’, dirigido por el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), registró que en 1970 el ancho de playa en Cancún era  máximo de 106 metros y mínimo de 24 metros, mientras que hasta el 2012 el máximo se redujo a 37 metros y en algunas zonas la playa desapareció por completo”, y ese por cierto, es un tema que la Secretaría de Infraestructura y Medio Ambiente (Sintra) se comprometió a atender desde julio de 2015, y a cinco meses de que concluya la actual administración estatal, evidentemente, no ocurrirá.

Aún más, “Cancún tiene un modelo de movilidad urbana insostenible debido a la falta de planeación en el sistema vial (mobiliario urbano), el sistema de transporte público y privado, y la falta de fomento a la movilidad no motorizada, arrojó el estudio de diagnóstico que realizó el colectivo Movilidad Urbana de Cancún (MUC)”, publicó también el periódico Novedades de Quintana Roo desde octubre de 2015 y nadie, absolutamente nadie, hizo algo al respecto.

Por si todo lo anterior no fuera suficiente, proyectos fallidos como el llamado Dragon Mart, impulsado por el ex gobernador, actual senador y presidente de la Comisión de Turismo del Senado de la República, Félix González Canto; y el llamado Tren Transpeninsular, anunciado por el gobierno federal de Enrique Peña Nieto, terminaron por cancelarse, muestra de que la “planeación de coyuntura” y ocurrencias simplemente no terminan por darle sostenibilidad a este destino turístico; luego entonces el éxito que se festinará por el 46 aniversario de Cancún, parece que no será el último, pero no necesariamente avizora un futuro promisorio.

Queda claro pues que, descansar en los hombros de la coyuntura u ocurrencia el futuro de una sociedad, representa sólo riesgos de viabilidad y la lección parece no aprendida, porque los empresarios pugnarán siempre por sus ganancias, pero el gobierno en su conjunto tiene la responsabilidad primera de atender a sus ciudadanos y generar desarrollo; y sobre todo de garantizar la sustentabilidad de los destinos como Cancún, que tanto se promocionan a nivel internacional.

Así, aunque este 20 de abril se festeje el éxito turístico, habrá que esperar también los anuncios de solución a las problemáticas que ya se padecen, y a propósito del proceso electoral en marcha, habría que escuchar también las propuestas de quienes esperan gobernar Quintana Roo, para determinar si habrá algún cambio real, o se seguirá la inercia vivida, a riesgo de perder en el futuro inmediato, destinos como el que, hasta ahora, son el emblema mismo del turismo nacional; así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.

Como siempre, le dejo notas que fundamentan lo expresado.

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