Por Mario Muñoz Lozano Moscú, (Prensa Latina) Lo siento, soy de los que descubrió el ballet gracias al Bolshoi y al sexo. O viceversa. No recuerdo cuál fue primero.Sí estoy seguro que ese día me encandilaron, más que todo, las piernas de las bailarinas, además de la belleza y plasticidad de sus movimientos.Corría 1982 y hasta ese momento el ballet había sido algo distante y limitado para mí por aquello de que «no es cosa de hombres», como me alertaban algunos «machos alfa» mayores que yo, en la misma cuerda…
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